Además de estar considerado como el órgano más extenso de todo el cuerpo, la piel humana es una auténtica ¿caja de sorpresas¿, según se desprende de las últimas investigaciones. La epidermis es el órgano más visible del cuerpo y de ella depende en gran parte nuestro aspecto físico, ya que juega un papel primordial en las funciones de socialización y comunicación.
Pero además, la zona epidérmica del cuerpo humano y el cerebro se derivan de la misma capa embrionaria externa, el ectodermo y están gobernados por el córtex cerebral, al igual que todos los órganos que proceden de dicha capa.
Por esta razón, algunos expertos llegan a afirmar que la piel, un órgano de sensibilidad y una envoltura que nos aísla del medio que nos rodea, es casi una auténtica prolongación de nuestra mente.
La piel y el cerebro están estrechamente relacionados, a tal punto que la dermatología y la psiquiatría son dos áreas de la medicina cada vez interconectadas, según expertos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Su confluencia ha dado origen a una nueva especialidad médica, la Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI), que estudia las relaciones entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico en el surgimiento y tratamiento de las enfermedades.
Según la AEDV, los puntos de coincidencia entre la dermatología y la psiquiatría son las manifestaciones cutáneas de enfermedades psiquiátricas y las enfermedades dermatológicas que se acompañan de afectaciones psiquiátricas.
Enfermedades psiquiátricas y dermatológicas
En el primer grupo, las más frecuentes son las lesiones autoprovocadas por el paciente, como la "dermatitis artefacta", un trastorno que se manifiesta en autolesiones que se inflige inconscientemente el paciente, así como la "tricotilomanía", que se da sobre todo en niños y adolescentes y consiste en arrancarse los pelos y no ser consciente de ello o no reconocerlo.
En el segundo grupo, el de enfermedades dermatológicas que se acompañan de afectaciones psiquiátricas, figuran la "alopecia areata", un trastorno que afecta a cerca del dos por ciento de la gente y consiste en la caída de cabello en porciones del cuero cabelludo o la barba. También se incluyen en este apartado el acné y, en general, las dolencias de la piel que distorsionan la imagen corporal.
Además, según los dermatólogos, es frecuente que patologías dermatológicas, como el lupus eritematoso y los procesos autoinmunes, los preceda un evento psicológico significativo.
Escuchando ¿a flor de piel?
Pero lo que no se sabía y ni siquiera se sospechaba es que la piel no sólo alberga el sentido del tacto, sino además el del oído. Un equipo de científicos han asignado una nueva función a la piel humana, además de la clásicas de funcionar como una barrera que protege al organismo del entorno y de ayudar a mantener íntegras sus estructuras.
Según este hallazgo, publicado en la revista científica británica "Nature", la epidermis también actúa como un "segundo sistema auditivo", que tiene la capacidad de recibir sonidos a través de las corrientes de aire cuando entran en contacto con ella.
Este descubrimiento representa un gran avance para comprender cómo los órganos sensoriales colaboran para recibir los sonidos y podría tener importantes implicaciones en el desarrollo de dispositivos de audio para las personas con problemas auditivos, según sus autores, unos investigadores canadienses.
De acuerdo a estos científicos pertenecientes a la Universidad British Columbia de Vancouver, en Canadá, y dirigidos por el profesor Bryan Gick, la gente "oye" a través de la piel las corrientes de aire creadas por su interlocutor al hablar, a pesar de que estos sutiles flujos aéreos pasan desapercibidos para el sistema auditivo convencional.
Al parecer, son las sílabas aspiradas (como, por ejemplo, "pa" y "ta") las que originan esas corrientes de aire que llegan a la superficie cutánea y permiten completar la relación comunicativa, según los investigadores canadienses.
Los expertos de la British Columbia incluso sostienen que cuando un flujo de aire toma contacto con la piel del cuello y las manos de forma casual en el mismo instante en que una persona pronuncia sílabas sin emitir corriente aérea, como "ba" y "da", el organismo del oyente confunde estas sílabas con las aspiradas "pa" y "ta".
En opinión de los canadienses, este fenómeno apunta a que cuando una persona escucha a otra que le está hablando, no sólo atiende a la información auditiva y visual del interlocutor, sino también, de forma inconsciente, está prestando atención a las "huellas táctiles" que ese discurso deja en su epidermis.
Este conocimiento de cómo un pequeño resoplido de aire en la piel ayuda a conformar una "imagen" completa de un sonido podría ser útil para desarrollar aparatos de comunicación para quienes sufren trastornos auditivos, según los investigadores.
"Para ello, necesitamos un aparato neumático que pueda producir resoplidos de aire dirigidos al cuello en un momento preciso, basado en las entradas acústicas que llegan al aparato. Después haría falta probar la eficacia del dispositivo en una serie de experimentos", ha señalado el doctor Bryan Glick, quien ha dirigido el estudio canadiense.
Publicado originalmente en Terra (Argentina)