Geoingenier�a es el t�rmino acu�ado para denominar a la t�cnica que trata de contrarrestar los efectos del cambio clim�tico mediante la manipulaci�n del medio ambiente. Es un hecho probado que la Tierra padece un progresivo calentamiento global debido a los gases de efecto invernadero y la geoingenier�a lleg� para solucionar este problema, pero muchas de sus t�cnicas parecen demasiado descabelladas, a juicio de algunos expertos.
Es el caso de algunos de los m�todos propuestos para la gesti�n de la radiaci�n solar, con proyectos como un espejo gigante en la Luna, un parasol espacial hecho de una malla ultrafina de aluminio, o un enjambre de 1.000 billones de peque�os espejos lanzados al espacio en cantidades de un mill�n cada minuto en los pr�ximos 30 a�os.
Alguno de ellos ya se ha puesto en pr�ctica, como sucedi� en los pasados Juegos Ol�mpicos de Pek�n, cuando el Gobierno chino opt� por inyectar las nubes con yoduro de plata para acelerar las lluvias, con los posibles efectos negativos sobre los campos, pues el agua resultante contiene m�s sales de lo normal.
En este contexto, un estudio de la Real Sociedad brit�nica arroja esperanza sobre muchos de los m�todos de geoingenier�a para combatir el cambio clim�tico, calific�ndolos de t�cnicamente posibles, y desterrando algunos mitos. Capturar el di�xido de carbono de la atm�sfera, mitigar los efectos de la erosi�n u optimizar el uso de la tierra junto a la reforestaci�n se presentan como algunas de las opciones m�s viables, tanto desde el punto de vista t�cnico y log�stico, como de costes y tiempo de implantaci�n y eficacia. El organismo brit�nico no ha sido el �nico en analizar recientemente estos m�todos; la Academia Nacional de Ciencias de EEUU tambi�n lo hac�a meses atr�s, emitiendo una declaraci�n pol�tica en la que hac�a un llamamiento hacia la precauci�n, solicitando m�s investigaci�n en esta materia.
La captura de CO2 y la gesti�n de la radiaci�n solar son los m�todos m�s eficaces, pero para que fueran relativamente rentables, los c�lculos realizados revelan que el coste de los m�todos de gesti�n de la radiaci�n solar deber�a ser de un bill�n de d�lares al a�o, mientras que los de captura de CO2 rondan los 100 d�lares por cada tonelada de carbono.
A�n existen demasiadas incertidumbres en cuanto a costes, efectividad e impacto en el medio ambiente de muchos de estos m�todos de geoingenier�a. Un buen ejemplo de ello es la reducci�n de la radiaci�n solar, que podr�a provocar un descenso demasiado dr�stico de la temperatura; o la fertilizaci�n del oc�ano con limaduras de hierro para favorecer el crecimiento de algas, lo que podr�a tener impactos muy negativos en el resto del ecosistema marino. Otro riesgo asociado es el crecimiento de unas plantas en detrimento de otras, lo que desequilibrar�a el ecosistema incrementando otros gases de efecto invernadero, como el metano o el �xido n�trico; o, incluso, la transferencia de muchos de los nutrientes a las profundidades del mar, lo que provocar�a, a largo plazo, la falta de alimento para el resto de las especies.
Marco legal
La ONG canadiense ETC, dedicada al estudio de la geoingenier�a desde 2006, niega que esta sea la respuesta al cambio clim�tico. "Cualquier experimentaci�n que altere la estructura de los oc�anos o la estratosfera debe proceder de un debate p�blico profundo e informado sobre sus posibles consecuencias y sin autorizaci�n de las Naciones Unidas", dice.
El informe tambi�n incide en el inadecuado marco legal internacional para que los proyectos de �xito crucen las fronteras. Para solucionar esta problem�tica, se sugiere la creaci�n de un organismo internacional similar a la Comisi�n de Desarrollo Sostenible de la ONU. ETC incide en este hecho, subrayando que "ninguna naci�n debe emprender unilateralmente la geoingenier�a".
En esta l�nea, la comunidad cient�fica ya ha iniciado los primeros movimientos. Prueba de ello es un reciente informe elaborado por un grupo de cient�ficos de Austria, B�lgica, Suecia y EEUU, como preludio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim�tico que tendr� lugar en Copenhague el pr�ximo diciembre. El informe apoya los m�todos de geoingenier�a y, m�s espec�ficamente, los relacionados con los oc�anos.
Uno de los autores del informe, Tom Battin, del departamento de Ecolog�a del Agua Dulce de la Universidad de Viena, sostiene que, aunque las aguas continentales representan tan s�lo el 1% de la superficie de la Tierra, "su contribuci�n al ciclo del carbono es desproporcionadamente grande, est� infravalorada y no se incluy� en los modelos en los que se bas� el Protocolo de Kioto". Desde su punto de vista, es posible modificar el "destino del carbono terrestre liberado" a los oc�anos a trav�s de las aguas continentales. Las investigaciones revelan, de hecho, que el 20% del carbono continental se captura al quedar enterrado en los sedimentos de las aguas continentales y que la cantidad de gases de carbono respirado que emiten los r�os a la atm�sfera equivale al 13% del carbono procedente de la quema anual de combustibles f�siles.
Investigaci�n en Espa�a
En Espa�a, la comunidad cient�fica se muestra esc�ptica ante estos proyectos y, una parte de ella, incluso tajante a la hora de desaprobar estos m�todos. Es el caso de Yolanda Moratilla, presidenta del Comit� de Energ�a y Recursos Naturales del Instituto de la Ingenier�a de Espa�a, quien indica: "Despu�s de mirar el informe, mi opini�n es que hay cosas m�s serias en las que trabajar; no me parece muy real". Y a�ade: "En tecnolog�a energ�tica se est� haciendo un gran esfuerzo por innovar, pero de forma seria, real y competitiva. Prefiero no calificar lo que aqu� proponen".
Mar�a Jos� Jurado, investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, es responsable de varios proyectos de geoingenier�a y, desde su punto de vista, "todos los planes en los que no se tenga por completo el control resultan arriesgados y muy complicados". Sus investigaciones se dirigen hacia el almacenamiento de CO2 en el subsuelo, tratando de buscar situaciones de estabilidad para este gas. "Estamos buscando reservorios en los que se pueda quedar atrapado sin riesgo de fuga", aunque existen zonas, como la Toscana italiana, en las que la emisi�n natural de CO2 del subsuelo es constante desde hace muchos a�os.
Publicado originalmente en P�blico (Espa�a)