Esta conducta est� tan ligada a la historia humana que en algunas culturas ha sido considerada una habilidad digna de alabanza, como demostraron los antiguos griegos al hacer de Odiseo, �el fecundo en ardides�, seg�n Homero, uno de sus m�s grandes h�roes no s�lo por derrotar a un gigantesco c�clope a base de mentiras, sino por entrampar a todo un ej�rcito con un falso caballo de madera.
Sin embargo, para otras sociedades faltar a la verdad es un acto tan sancionable que implica un estigma de por vida, como descubri� el periodista estadunidense de The New Republic, Stephen Glass, quien de ser uno de los reporteros m�s le�dos en los 90, pas� a ser alguien con todas las puertas cerradas para ejercer su profesi�n tras comprobarse que falsific� muchas de sus historias.
Por m�s separados que parezcan estos personajes en el tiempo y el espacio, tanto Odiseo como Glass ment�an para obtener un beneficio personal. �Enga�amos para tener poder, conquistar a las chicas y para muchas otras cosas� en general, para sobrevivir en cualquier ambiente humano�, acota el acad�mico.
Nada es lo que aparenta
�Todo mundo miente�, dice el doctor House, protagonista de la serie televisiva hom�nima, y bajo esta premisa realiza sus diagn�sticos m�dicos; esta frase, aunque tomada de la ficci�n, encierra mucho de verdad, porque, como se�ala Grande-Garc�a, �incluso en la naturaleza, seres tan inofensivos como las mariposas despliegan sus coloridas alas para ahuyentar a los depredadores�.
De hecho, explica, el enga�o se puede clasificar en tres categor�as: gen�tica, como cuando los camaleones cambian de color para confundirse con el ambiente; aprendida, observada en algunos monos que, en medio de una pelea, fingen que un depredador se aproxima para detener el combate, y por �ltimo, intencional, f�cilmente ejemplificada por cualquiera de los mentirosos pacientes del doctor Gregory House.
�Enga�ar es una forma de adaptaci�n evolutiva� que se ha sofisticado demasiado en los humanos, expone Grande-Garc�a, quien a�ade que, para mentir, el hombre ha tomado lo que se supone deber�a ser una virtud, �ponerse en los zapatos del otro�, para manipular los estados mentales de sus semejantes en provecho propio. A esta capacidad se le llama �teor�a de la mente�.
Se cree que los �nicos animales capaces de embaucar a sus cong�neres con estrategias as� de complejas son los primates, pero estos no han alcanzado el grado de refinamiento de los hombres. De hecho, este tipo de conductas tan contrarias a la honestidad est�n tan arraigadas en nuestra sociedad que la poblaci�n acepta con facilidad que tarde o temprano ser� enga�ada, como evidencia aquella broma que circula con insistencia y que dice: ��C�mo saber cuando un pol�tico nos est� mintiendo?, �f�cil!, cuando mueve los labios�.
Simios maquiav�licos
Para entender mejor c�mo se desarroll� en el humano la capacidad de mentir, algunos psic�logos evolutivos se han dado a la tarea de estudiar c�mo enga�an los primates. Para ello, han echado mano de la llamada hip�tesis de la inteligencia maquiav�lica, un t�rmino introducido por el et�logo holand�s Frans de Waal en su obra de 1982, Chimpanzee Politics, en clara alusi�n a la obra El Pr�ncipe.
�El concepto de inteligencia maquiav�lica surge de observar a los primates y la manera que tienen los machos predominantes para imponerse. As� se descubri� que �stos siguen los mismos principios planteados por Maquiavelo� en el ya muy lejano a�o de 1513, expuso C�sar Alejandro V�zquez Mendoza.
El investigador, que particip� en el coloquio con una ponencia sobre el pensador florentino, a�adi� que encontrar nexos entre el comportamiento simiesco y el humano era inevitable porque, en pleno Renacimiento, Maquiavelo se adelant� a cualquier estudio etol�gico y analiz� al hombre �desde una perspectiva naturalista, sin atender a ideales o normas morales.
Fue as� como lleg� a la conclusi�n de que la naturaleza humana es similar a la de cualquier otro animal en busca de la supervivencia�.
Israel Grande-Garc�a acot� que lo que se ha descubierto es que �el tama�o y complejidad del cerebro de los primates, as� como ciertas habilidades cognitivas, evolucionaron a partir del desarrollo de estrategias maquiav�licas como el enga�o, la manipulaci�n social y la formaci�n y ruptura de alianzas, competencias empleadas por estos simios con el �nico fin de ser m�s exitosos a nivel social y reproductivo�.
Sin embargo, los cient�ficos siguen sin ponerse de acuerdo sobre si los simios pueden mentir como nosotros. �Hay quienes dicen que los primates superiores como los chimpanc�s o los gorilas tienen lo necesario para enga�ar como el hombre, es decir, teor�a de la mente. Sin embargo, hay quienes afirman que esos animales son apenas lectores de conducta y no de estados mentales, porque la �nica especie que posee esa capacidad es la humana�.
Por m�s �til que resulte comparar las estrategias del fraude en otros animales, analizar la manera muy particular que tiene el hombre de enga�ar resulta inevitable porque, como escribi� M�ximo Gorki en su novela Los vagabundos, �a veces la mentira da a conocer mejor el estado del alma que la misma verdad�.
C�mo mentimos
��C�mo funciona el cerebro cuando alguien miente?�, pregunta Israel Grande-Garc�a, y al respecto se�ala que diversos cient�ficos estadunidenses han intentado responder a esto. Por ello, �en los �ltimos 20 a�os se ha apostado al uso de t�cnicas de neuroimagen (gr�ficas del cerebro) como la resonancia magn�tica funcional y los potenciales relacionados a eventos, para determinar qu� zonas se activan cuando una persona tiene la intenci�n de enga�ar�.
El uso de estas tecnolog�as significa un avance respecto del pol�grafo, un aparato que en las pel�culas de acci�n y en las series policiacas detecta inmediatamente a los mentirosos, pero que en el mundo real es una herramienta sumamente cuestionable �porque s�lo registra niveles de ansiedad y no de culpa, y no revela las bases cognitivas y neuronales del enga�o�.
A partir de diversos experimentos se ha detectado que cuando alguien roba, oculta o proporciona informaci�n falsa, o finge memoria no s�lo tarda m�s tiempo al responder a una pregunta, sino que activa ciertas zonas en el cerebro, como la corteza prefrontal y la del c�ngulo, lo que aporta nuevas pistas acerca del mecanismo detr�s de la mentira.
�Sin embargo, hay que tener cuidado con estos datos y no tomarlos por definitivos, porque estas mismas �reas se encienden cuando el sujeto realiza otro tipo de tareas�.
Para ofrecer resultados m�s confiables, expone Grande-Garc�a, �estas t�cnicas de neuroimagen deber�an combinarse con recursos como el pol�grafo y pruebas psicol�gicas y de personalidad, as� nuestro margen de error ser� cada vez menor. Esto ser�a de particular utilidad para la criminal�stica�.
Aunque hasta ahora estos trabajos son incipientes y pr�cticamente todos se realizan en Estados Unidos, se han comenzado a dar pasos firmes para dotar de bases cient�ficas a la detecci�n del enga�o.
A decir de Garc�a-Grande, el panorama se antoja prometedor, porque esto no s�lo brindar� pistas s�lidas para atrapar a los responsables de un delito, sino que podr�a revelar uno de los misterios antropol�gicos mejor guardados hasta ahora, porque como suele decir el doctor House, �es una verdad b�sica de la condici�n humana que todos mienten. La �nica variable es acerca de qu�.
Publicado originalmente en Cr�nica (M�xico)