The Daily Bell: ¿Porqué la democracia es "el Dios que falló?" [En referencia al título de su obra]
El Dr. Hans-Hermann Hoppe: La forma de estado tradicional, pre-moderna, es la de una monarquía (absoluta). El movimiento democrático fue dirigido contra los reyes y las clases hereditarias de la nobleza. La monarquía fue criticada por ser incompatible con el principio básico de "igualdad ante la ley". Se basaba en privilegios y era injusta y explotadora. Se creyó que la democracia sería la solución a esta situación. Al permitir la participación y la libre entrada al gobierno estatal a todas las personas en igualdad de condiciones, proclamaban los defensores de la democracia, la igualdad ante la ley sería realidad y reinaría la verdadera libertad. Pero todo esto es una gran equivocación.
Es cierto que bajo la democracia cualquiera puede ser rey, por así decirlo, y no sólo un círculo privilegiado de personas. Así, en una democracia, teóricamente no existen privilegios personales. Sin embargo si existen privilegios funcionales y funciones privilegiadas. Los funcionarios públicos, si actúan en carácter oficial, son gobernados y protegidos por el derecho público "y por tanto ocupan una posición privilegiada vis-à-vis las personas que actúan bajo la mera autoridad del "derecho privado". En particular, los funcionarios públicos están autorizados para financiar o subvencionar sus propias actividades por medio de impuestos. Es decir, están autorizados a practicar, y vivir a costa de lo que, en el ámbito privado, entre sujetos de derecho privado, está prohibido y se considera "robo" y "expoliación". Así que el privilegio y la discriminación legal – y la distinción entre gobernantes y súbditos – no desaparecen en la democracia.
Peor aún: bajo la monarquía, la distinción entre gobernantes y gobernados es clara. Sé, por ejemplo, que nunca llegaré a ser rey, y debido a eso tenderé a resistir los intentos del rey de aumentar los impuestos. Bajo la democracia, la distinción entre gobernantes y gobernados se vuelve borrosa. Puede surgir la ilusión que "nos gobernamos a nosotros mismos", haciendo que la resistencia contra el aumento de los impuestos sea disminuida en consecuencia. Yo podría terminar en el extremo receptor: como receptor de impuestos en lugar de alguien que paga impuestos, y en ese caso vería la tributación desde un punto de vista más favorable.
Y además: siendo un monopolista hereditario, el rey considera el territorio y las personas bajo su dominio como su propiedad personal. Consecuentemente irá a explotar monopolísticamente esa "propiedad". Bajo la democracia, el monopolio y la explotación monopolística no desaparecen. Más bien, lo que pasa es esto: en vez de un rey y una nobleza, que consideran al país como su propiedad privada, se coloca un custodio, temporal e intercambiable, al mando monopólico del país. El custodio no es propietario del país, pero mientras esté en el poder podrá utilizarlo legalmente para beneficio suyo y de sus protegidos. Es dueño del uso corriente – del usufructo – pero no es dueño de la riqueza, del capital, del país. Esto no elimina la explotación. Por el contrario, hace que la explotación sea menos sopesada, menos medida y llevada a cabo con poca o ninguna consideración para con el capital del país. La explotación se vuelve más intensa y se promueve sistemáticamente el consumo del capital.
Publicado en Pop Lítica