En 2003, el gur� de la gen�mica Craig Venter logr� crear artificialmente, en s�lo dos semanas, un virus que ataca bacterias. En cuanto insertaron el virus en una c�lula, �ste comenz� a reproducirse.
Se trataba de un genoma de s�lo 5.000 pares de bases -las letras del genoma; el genoma humano tiene 3.000 millones-, pero ya entonces los expertos vieron un futuro en que bastar� sentarse en el ordenador para dise�ar un genoma a la carta, y mandarlo al laboratorio para que lo sinteticen. Una tecnolog�a util�sima para crear bacterias que se traguen el di�xido de carbono y frenen el cambio clim�tico, o que produzcan hidr�geno para generar energ�a o que descontaminen. Pero tambi�n un arma potencialmente peligrosa en manos inadecuadas. Adem�s, el grupo de Venter cre� su virus a partir de fragmentos de ADN disponibles comercialmente.
Los que analizan hoy los aspectos �ticos de la biolog�a sint�tica destacan justamente este aspecto: el que a medida que avance la t�cnica haya cada vez m�s biopiezas con funciones conocidas disponibles en la Red. Y tambi�n cada vez m�s p�ginas que tratan de hacer asequible a los profanos los entresijos de la manipulaci�n del ADN.
Desde el logro de Venter las aplicaciones del ADN han llegado al peque�o consumidor. Family Tree DNA tiene en su base de datos 149.273 registros de personas con fines geneal�gicos. 23andMe se dedica a dar al consumidor informaci�n e interpretaci�n de su ADN. Ha sido fundada por Anne Wojcicki, mujer del creador de Google Sergey Brin, quien ha invertido en la aventura cuatro millones de d�lares. Tambi�n est� ah� la ex gur� de Internet Esther Dyson, que se ha volcado -en un sigo de los nuevos tiempos- en startups de biotecnolog�a. Biohacking o no, cuando menos se vive en los tiempos de la bioinform�tica.
C�mo clonar plantas
Rob Carlson, investigador en el departamento de Ingenier�a Electr�nica de la Universidad de Washington y aficionado a la prospectiva tecnol�gica, afirma en su blog que con unos pocos miles de d�lares es posible montar un equipo b�sico. En p�ginas como DNAhack.com o en la revista Biotech Hobbist se explica c�mo extraer ADN o c�mo clonar plantas, adem�s de d�nde conseguir el equipamiento necesario.
Carlson ve en esta tendencia la posibilidad real de montarse un laboratorio de ADN de garaje, a imagen de la ciencia de garaje que hace unas d�cadas produjo ingeniosos programas inform�ticos, y que ayud� al boom del Silicon Valley.
Pero no todos lo ven tan claro. Para Alfonso Valencia, bioinform�tico, del Centro Nacional de Investigaciones Oncol�gicas (CNIO), "puede que haya gente que lo haga , pero no creo que vayan a conseguir nada relevante. Esto es complejo, y hay mucha gente trabajando con mucho dinero en los laboratorios". No es probable, en su opini�n, que aparezca de la nada un Bill Gates biotecnol�gico.
Algo parecido opina Salgado: "Creo que es una de esas veces en que se inventa el t�rmino antes de que aparezca. S�, esto es algo que se puede hacer en casa con no mucho dinero, pero no creo que vayan a salir as� resultados espectaculares. Se requiere mucha pr�ctica y experiencia para eso. Nosotros tenemos a 15 de los mejores estudiantes de la universidad, y recursos, y nos est� costando mucho". La analog�a con la inform�tica no vale, en su opini�n, porque "la inform�tica puede tomarse como un juego, y con un poco de esfuerzo enseguida salen cosas. En biotecnolog�a, no".
Para Jaramillo, el propio equipamiento s� que es un obst�culo: "La fase de desarrollo actual en esta tecnolog�a es comparable a cuando los ordenadores ocupaban habitaciones enteras. No est� al alcance de cualquiera". No se ha inventado a�n el equivalente al PC en biolog�a de s�ntesis.
Sin embargo, tal vez s� que haya quien aproveche la tendencia a democratizar el acceso a la tecnolog�a del ADN. The Economist mencionaba la empresa Agribioticcs, una compa��a dedicada a mejorar el cultivo de legumbre mediante biotecnolog�a.
La novedad estribaba en que Agribiotics hab�a nacido en el s�tano de la casa de un investigador retirado y su familia. Agribiotics se vendi� a los pocos meses por 24 millones de d�lares a Nitragin, de la multinacional Merck.
Los esc�pticos del biohacking hacen notar que en este caso el bioemprendedor no era un Gates o un Brin veintea�ero, sino un cincuent�n, es decir, que el biohacking no es para jovenzuelos.
Publicado en El Pa�s (Espa�a)