El socialismo no es una opci�n pol�tica m�s, una ideolog�a igual al resto, sino una doctrina que contradice y opone la naturaleza humana y que invariablemente lleva al fanatismo, a la dictadura y a las m�s extremas formas de crueldad y servidumbre. No conocemos de ning�n caso en que una naci�n que aplica el socialismo hasta sus �ltimas consecuencias no termine hundi�ndose en un r�gimen policial, con campos de concentraci�n, ejecuciones sumarias, masivos �xodos y la p�rdida de las m�s elementales libertades de la persona.
En su monumental obra "El Socialismo", Ludwig von Mises descubre la falla medular del socialismo como sistema econ�mico: la imposibilidad de efectuar el c�lculo econ�mico, vale decir la determinaci�n de los precios y el ordenamiento de los mercados. Bajo el socialismo, los precios se fijan por la autoridad pol�tica partiendo del mandato de Marx: "A cada quien seg�n sus necesidades, de cada quien seg�n su capacidad", barbaridad que equivaldr�a a fijar por decreto la interacci�n entre las especies animales en la selva.
Literalmente el socialismo se enreda en sus propias pitas. Supongamos que se quiere asegurar el suministro de pan y adem�s fijar su precio. Como el panadero (o la cooperativa estatal) no consigue elaborar pan al precio requerido, la autoridad indaga las causas, encontrando que los precios de la harina, la manteca, el combustible para los hornos, los empaques, etc., son elevados, por lo que procede a ajustarlos; pero de inmediato topa con la cadena de precios que determinan el costo de la harina, de la manteca y resto de insumos, dando el siguiente paso (fijar esos precios) hasta que se encuentra enmara�ada intentando fijar los precios de medio mill�n de art�culos, de la mano de obra que interviene, de los factores naturales que afectan (una mala cosecha, un hurac�n, etc.) de las cambiantes condiciones (cada segundo) en el mundo. Venezuela y Zimbabwe est�n precisamente en medio del aniquilante torbellino que sus pol�ticas de control socialista han generado.
La opci�n nazi, la estalinista
Es dable pensar que si s�lo se tratara de lo material (y Marx se precia de ello) suceder�a lo de siempre: estantes vac�os en las tiendas, permanente insatisfacci�n y mercado negro en la calle. Pero a esa cara, la material, se sobrepone otra, la del sufrimiento y control humano que la aplicaci�n de las pol�ticas socialista de inmediato genera. Si se fijan los precios, se obliga a los productores y comerciantes (que producen servicios) a sacrificar lo suyo, a perder lo que con tanto esfuerzo hicieron hasta ese momento. En Venezuela el r�gimen ya amenaz� con expropiar a due�os de almacenes y supermercados si no vend�an a precios por debajo de sus costos, arruin�ndose.
Hay m�s: muy pronto los dictadores descubren que la pobreza y las penurias de la gente son un arma en su favor. Lo son porque un pueblo que apenas consigue lo que necesita y tiene que pasar horas en cola para comprar, no tiene la fuerza para rebelarse. Los corderos se dejan llevar al matadero sin poner resistencia.
Hay en pie una siniestra propaganda que intenta convencer a los salvadore�os de que el socialismo (que es m�s un comunismo de enajenados) no har�a diferencia: con un esquema como con el otro, alegan, los salvadore�os seguir�an trabajando y viviendo. Nada m�s falso.
Opciones hay muchas, pero la socialista es la �nica que esclaviza.
Originalmente publicado en ElSalvador.com