El pasado 1 de julio, los arque�logos chinos abrieron un extra�o sarc�fago en un pueblo de la provincia de Jiangxi, en el sur del pa�s. En su interior, encontraron un esqueleto relativamente completo, tejido humano correspondiente al cerebro del fallecido -con los dos hemisferios perfectamente marcados-, y objetos de bronce, oro, seda, porcelana y jade.
El f�retro forma parte de un conjunto de 47 ata�des exhumados en una tumba que se cree que data de la dinast�a Zhou Oriental (770-221 antes de Cristo), y fue construido con una extra�a madera muy duradera llamada nanmu, atado con una cuerda, y cubierto con una capa de loess (limo muy fino). El loess hab�a sido quemado para hacer estanco el interior.
Se trata del mayor grupo de sarc�fagos jam�s encontrado en una �nica tumba en China, lo que ha llevado a los investigadores a calificarlo como "el proyecto arqueol�gico m�s importante del a�o". Las cajas mortuorias, entre 2,5 y 2,8 metros de largo y 0,5 metros de ancho, se encontraban tres metros bajo tierra, y se calcula que tienen 2.500 a�os.
La noticia pas� pr�cticamente inadvertida. China cuenta con un patrimonio arqueol�gico gigantesco, y rara es la semana que no salen a la luz vestigios de su extenso pasado, ya sea gracias a la labor de los arque�logos o de las excavadoras de alguna de las innumerables obras de viviendas o infraestructuras que salpican la geograf�a.
El Gobierno publica anual
mente una lista con los mayores descubrimientos. La del a�o 2005 incluye desde restos del neol�tico de hace 9.000 a�os en la provincia costera de Zhejiang hasta hornos de cer�mica de la dinast�a Shang (1600-1100 antes de Cristo) con forma de drag�n, en Fujian, o tumbas de la aristocracia de la dinast�a Zhou, en Shaanxi, hace 2.800 a�os.
El Imperio del Centro posee una riqueza y variedad de restos hist�ricos enormes, la mayor�a bajo tierra. Esto es lo que atrajo hace un siglo a expertos de todo el mundo a esta zona de Oriente, donde hasta el siglo XX se puede decir que no exist�a la arqueolog�a cient�fica. En esta �poca, acad�micos de Francia, Alemania, Reino Unido, Jap�n, Rusia, Estados Unidos y otros pa�ses viajaron a China para, en algunas ocasiones, trabajar con arque�logos locales, y, en otras, hozar el suelo y rapi�ar lo encontrado. Miles de objetos milenarios asi�ticos acabaron as� en museos como el Guimet de Par�s o el British Museum.
La agitada historia china en los a�os que siguieron (invasi�n japonesa, guerra entre los nacionalistas de Chiang Kai-shek y los comunistas de Mao Zedong) puso fin a las excavaciones. Con la creaci�n de la Rep�blica Popular China (1949), la arqueolog�a se convirti� en una actividad regulada por el Estado, y las exploraciones fueron reanudadas, aunque a un ritmo muy lento. Antes de 1949, no hab�a ni una sola c�tedra de arqueolog�a en el pa�s.
M�s de medio siglo despu�s, con gran inversi�n por parte del Estado, y la colaboraci�n tambi�n de instituciones extranjeras, la actividad ha hecho grandes avances. Cientos de miles de objetos de cer�mica, jade, bronce, terracota, lacados, oro, plata y tumbas han sido desenterrados durante estos a�os, lo que ha permitido volver a evaluar la historia China. Los arque�logos occidentales se concentraron en el valle del r�o Amarillo y el norte del pa�s. Trabajaban bajo la premisa err�nea de que la cultura china se hab�a desarrollado a partir de seres humanos que emigraron del Oeste al Este. Hoy se sabe que en China se desarrollaron civilizaciones prehist�ricas en muchos lugares al mismo tiempo.
Durante los a�os cincuenta y sesenta, se retomaron los trabajos iniciados en la d�cada de 1920 en Zhoukoudian (donde fueron encontrados los restos del hombre de Pek�n) y Yinxu (en Henan), una de las cunas de la cultura china. Y comenzaron otros.
Pero fue tras el fin de la Revoluci�n Cultural (1966-1976) cuando la arqueolog�a nacional vivi� un r�pido crecimiento. En 1979 fue establecida la Asociaci�n China de Arqueolog�a, y el pa�s, lanzado en un veloz proceso de apertura y reforma, multiplic� el n�mero de expertos para responder a las demandas planteadas por su ingente patrimonio.
En la actualidad, la recupera
ci�n de los vestigios se ve afectada por diferentes problemas. Por un lado, la gran cantidad de restos exige una gran inversi�n por parte de los gobiernos locales o central, que, en ocasiones, no est�n dispuestos a destinar los fondos necesarios si no ven un retorno econ�mico. Por otro lado, el desarrollismo que vive el pa�s saca a la luz reliquias, que, a veces, los constructores intentan ocultar para que no sean paralizadas las obras, o los extraen sin avisar a las autoridades y los venden en el mercado negro. Al mismo tiempo, el Gobierno niega en algunos casos el permiso para excavar -como en el palacio subterr�neo de la tumba del emperador Qin Shihuang (260-210 antes de Cristo), art�fice de los guerreros de terracota en Xian- porque, seg�n asegura, no existe la tecnolog�a necesaria para garantizar la conservaci�n de lo que pueda aparecer.
Publicado originalmente en El Pa�s (Espa�a)