La conversaci�n con el Nobel de F�sica 2005 Roy Glauber, neoyorquino de 82 a�os, transcurre punteada por sus carcajadas al final de casi todas las respuestas, incluso cuando habla de temas abstrusos. El entrevistador no siempre capta el chiste, hasta que se da cuenta de que la risa de este octogenario pionero de la �ptica cu�ntica, en plenitud de facultades y activo en los �mbitos m�s punteros, proviene del placer intelectual que le proporciona enfrentarse a una propiedad de la materia a�n no explicada, o a un problema matem�tico, asuntos que le trajeron recientemente al Instituto de Ciencias Fot�nicas de Barcelona. Este tono jovial de Glauber cambia a una voz grave, sin embargo, cuando irrumpe el tema del Proyecto Manhattan, la iniciativa secreta que dio lugar a una bomba at�mica. Glauber fue uno de los miembros m�s j�venes de ese grupo de reclutas genios de la f�sica. Se incorpor� con 18 a�os reci�n cumplidos.
Pregunta. �Est� satisfecho de haber participado en el Proyecto Manhattan?
Respuesta. Pienso que fue necesario. La motivaci�n de nosotros los cient�ficos se deb�a a la guerra en Europa y al conflicto con Hitler. No creo que ninguno se hubiera unido al proyecto a causa de la guerra con Jap�n, porque los japoneses no eran una amenaza comparable. Los alemanes seguramente sab�an tanto como nosotros sobre la energ�a nuclear y, por tanto, era necesario conseguir la bomba primero, porque a medida que ellos iban perdiendo la guerra, si la ten�an antes no se mostrar�an nada sentimentales a la hora de usarla y con ella evitar su probable derrota. Los cient�ficos no fuimos informados por los militares de que la primera bomba ensamblada se enviaba al Pac�fico, y cuando el 6 de agosto de 1945 nos enteramos de que hab�a sido usada, fue un gran choque para todos. Se ha escrito que hicimos una gran celebraci�n, pero no es verdad; no hubo celebraciones ni nada similar hasta tres d�as m�s tarde, cuando se anunci� el final de la guerra.
P. �C�mo pudo llegar all� tan joven?
R. Tanto que resultaba un aut�ntico freak en aquel grupo [risas], aunque los dem�s tambi�n eran bastante j�venes, muchos entre los 24 y los 28, y la mayor parte estaba all� por razones idealistas. La �nica justificaci�n de mi presencia all� eran mis matem�ticas. En Harvard, me hab�a saltado varios cursos intermedios poco interesantes para estudiar los m�s avanzados antes de que se interrumpiesen por la guerra. En Los �lamos me integraron en la divisi�n de f�sica te�rica. All� realic� c�lculos sobre la difusi�n de neutrones, la manera en que los neutrones se multiplican en una reacci�n en cadena.
P. �Le cost� reintegrarse a la vida cotidiana al acabar la guerra?
R. Fue chocante. Volv� a convertirme en un estudiante universitario de Harvard. Tras haber contado con hasta cinco personas que trabajaban para m� realizando los c�lculos menos importantes, de repente me lo ten�a que hacer yo todo otra vez.
P. Pero eso es algo a lo que deb�a estar acostumbrado. Usted se fabric� su propio telescopio con 12 a�os.
R. �Fue un gran proyecto! Me llev� un a�o entero. Y lo hice sin gastar un solo d�lar. Todav�a lo conservo, aunque no s� si ser� muy �til. S� result� decisivo para que me hiciera cient�fico, porque mi pasi�n era construir instrumentos �pticos. Antes que el telescopio hab�a fabricado un aparato que polarizaba la luz, y curiosamente ser�a la teor�a sobre c�mo contar fotones la que me premiaron con el Nobel.
P. En el Instituto de Ciencias Fot�nicas est� colaborando con el f�sico Maciej Lewenstein para resolver un enigma f�sico y matem�tico. �De qu� se trata?
R. De los �tomos ultrafr�os, un estado de la materia muy interesante gobernado por unas matem�ticas muy extra�as. Sabemos que la materia no s�lo consiste en part�culas, sino tambi�n en ondas. A temperaturas ultrabajas, estas ondas dominan las propiedades de la materia. En este entorno, la dificultad consiste en medir propiedades intr�nsecas de las part�culas, y eso es lo que intentamos hacer. Las part�culas tienden a comportarse bajo dos patrones diferentes: unas se agrupan, los bosones, y otras se mantienen separadas, los fermiones. Pues bien, estas �ltimas tienen unas relaciones entre ellas basadas en ecuaciones muy raras, que son las que queremos desentra�ar.
P. �Cu�l es el principal obst�culo para conseguirlo?
R. Que est�n gobernadas por un tipo de �lgebra en la que, por ejemplo, se utilizan cantidades que cuando las elevamos al cuadrado obtenemos un cero. �Se imagina usted algo cuyo cuadrado sea cero? �Eso es que no existe, que no es cierto! [estalla en una carcajada].
P. �Tendr� alg�n impacto sobre nuestra vida cotidiana que ustedes comprendan las leyes de estas part�culas?
R. La medici�n de las oscilaciones de los �tomos es la base de los relojes at�micos, que son los que calculan el tiempo con mayor exactitud. Y sin relojes at�micos, hoy no tendr�amos GPS en nuestros coches, porque el GPS es el resultado de los desarrollos en relojes de extrema precisi�n, junto con los avances en tecnolog�a de sat�lite. Si queremos hacer mejores GPS, necesitamos mejores relojes at�micos, y �stos los podemos conseguir comprendiendo mejor el comportamiento de los �tomos ultrafr�os.
Publicado originalmente en El Pa�s (Espa�a)