Los dos nombres que primero vienen a la mente cuando se habla de los grandes dictadores del siglo XX son Hitler y Stalin. Tanto ellos como sus dictaduras tuvieron mucho en com�n. El control de la econom�a, el papel de los partidos, el control social, los campos de concentraci�n, el genocidio... todo eso es bien conocido por quien ha tenido inter�s en saber de ello. Hay, sin embargo, un aspecto en el que coincidieron y que no es tan conocido: ambos quisieron construir la capital del mundo.
Ambos perge�aron una construcci�n colosal como s�mbolo de Mosc� y Berl�n. La de Stalin era el Palacio de los Soviets, que deb�a construirse sobre las ruinas de la demolida Catedral de Cristo Redentor. Rechazados los 160 participantes al concurso, finalmente se adopt� una modificaci�n del proyecto del ruso Boris Iofan: una suerte de torre de Babel coronada con una estatua de Lenin. Deb�a ocupar un �rea de 110.000 metros cuadrados y superar con 415 metros la altura del mayor rascacielos de entonces, el Empire State Building. Los enormes cimientos consumieron el 16% de la producci�n de cemento de toda la URSS. Hitler, por su parte, proyect� la Volkshalle (Sala del Pueblo), un auditorio para 200.000 personas con una altura de 290 metros y una c�pula de un di�metro de 250.
Ambos formaban parte de proyectos m�s ambiciosos para transformar sus respectivas capitales en ciudades con la importancia que tuvieron las de la antig�edad. As�, Hitler escribir�a en su Mein Kampf que "la importancia geopol�tica para un movimiento de un centro f�sico vital [...] no puede ser sobreestimada. La existencia de un lugar as�, imbuido de la atm�sfera m�gica y encantada que envuelve a la Meca o a Roma, puede por s� misma dar a largo plazo a un movimiento esa fuerza que reside en su unidad interior". Nikolai Bujarin, por su parte, tambi�n equipar� el Mosc� que estaba proyectando Stalin con La Meca. Ambos reg�menes deseaban crear una capital que no se limitara a las fronteras de sus respectivos imperios, sino que fuese una ciudad ideal, un nuevo Jerusal�n al que peregrinar. La capital del mundo.
Por supuesto, fracasaron. A Hitler lo detuvo la guerra; preve�a iniciar la construcci�n de la nueva Berl�n tras su victoria. A Stalin, en cambio, lo detuvieron los problemas t�cnicos, pues estuvo entre los ganadores del conflicto. El proyecto del Palacio de los Soviets tuvo que parar por el conflicto, pero pese a que se reanudaran los trabajos, la inestabilidad de su base, al estar sobre terreno anegado, alimentado por m�s de un centenar de corrientes subterr�neas. Finalmente se termin� construyendo una enorme piscina sobre los cimientos. Cuando cay� el comunismo, se reconstruy� la Catedral de Cristo Redentor. Stalin tuvo, en cambio, �xito con algunos de los proyectos de su nueva Mosc�, como el metro o el canal con el Volga.
Mientras, la que ser�a considerada como la capital del mundo llevaba construy�ndose silenciosamente, poco a poco. No era el proyecto de un gobernante totalitario, ni siquiera de uno democr�tico con sue�os de dejar un legado para la posteridad. De hecho, la ciudad no era la capital de ning�n pa�s, ni siquiera de la regi�n en la que se encontraba. Carece de unidad, y los edificios m�s emblem�ticos fueron creados con el objeto de hacer negocio o, m�s frecuentemente, albergar negocios. Sus arquitectos fueron, en muchos casos, refugiados que hu�an del totalitarismo de Hitler y que no contaban con su benepl�cito. Se le considera el centro financiero, empresarial, cultural y art�stico del mundo. Algunos despistados tambi�n lo consideran el centro pol�tico por el hecho de albergar la sede de las Naciones Unidas desde 1950. Pero no cabe duda de que Nueva York �y no Mosc� ni Berl�n� es la ciudad que viene a la mente cuando alguien pregunta por la capital del mundo.
Publicado originalmente en Instituto Juan de Mariana