Muchos la llaman la econom�a del Prozac. Vendr�a a ser la inteligencia emocional aplicada a la econom�a, un c�lculo de posibilidades y rentabilidad que tiene en cuenta las emociones o, por decirlo m�s cient�ficamente, la acci�n de neurotransmisores y hormonas como la oxitocina a la hora de tomar decisiones, o al menos aquellas que esa ciencia casi exacta no es capaz de explicar ni prescribir.
La neuroeconom�a es una disciplina transversal que bebe de la neurolog�a, la psicolog�a y la econom�a; est� a�n en mantillas -surgi� a finales de los noventa-, pero puja con fuerza en Estados Unidos, donde muchos campus se han apuntado a esta nueva religi�n tan cercana al mercado. Tantos, que la Society for Neuroeconomics, formada por 400 miembros, acaba de celebrar en Nueva York un congreso mundial. Como logo de la convocatoria, una balanza en equilibrio con dos platillos. En uno, un cerebro; en el otro, el s�mbolo del d�lar.
Sea lo que fuere, no faltan quienes endosan a la neuroeconom�a un car�cter esot�rico, casi teologal. Otros arriman el ascua a su provecho y formulan la disciplina en dosis de autoayuda: es el caso del periodista de EE UU Jason Zweig, autor del manual Su cerebro y su dinero: c�mo la neuroeconom�a puede ayudarle a hacerse rico, que bati� r�cords de ventas en 2007. O de los coachers espa�oles Miguel Carri�n y Salvador Estap�-Triay, responsables de la agencia Marginpilots, que ha asesorado a 300 empresas en dos a�os para aumentar sus m�rgenes de beneficio, y que se presenta como un "observatorio de neuroeconom�a y neuropol�tica".
Consultoras de marketing atienden a los reflejos condicionados en el cliente por la exhibici�n de im�genes de productos, desde refrescos a dise�os de coches, mientras los inversores intentan determinar cu�l es el mejor momento para mover ficha, por oposici�n a aquel en que es m�s aconsejable permanecer inactivo. Es sabido -aunque s�lo sea por sentido com�n- que estados de excitaci�n, c�lera o desd�n no resultan aconsejables para acometer empresas, y las financieras no son una excepci�n.
El instrumento b�sico de la neuroeconom�a es el empleo de im�genes por resonancia magn�tica (IRM). La disciplina dio sus primeros pasos antes de ser formulada como tal con experimentos sobre la toma de decisiones en simios. Pero el t�rmino neuroeconom�a no surge hasta 1998 como posible l�nea de investigaci�n. Paul Zak, bi�logo y fundador y director del Centro de Estudios Neuroecon�micos de la Universidad de Claremont (California) debuta en la materia con un estudio sobre la colocaci�n de recursos escasos. Apenas una d�cada despu�s, se muestra a�n m�s convencido de las virtudes de la materia que ha contribuido a crear. "La neuroeconom�a es realmente �til para predecir el comportamiento financiero. Muchos empezamos a mirar al cerebro durante el proceso de toma de decisiones porque algunos de los modelos econ�micos tradicionales no predec�an bien el comportamiento. Sobre todo con las decisiones que implican a otras personas, que es lo que suele suceder en los mercados. En los experimentos, la gente podr�a no contarnos por qu� hizo lo que hizo, por eso decidimos estudiar directamente sus cerebros", explica Zak por correo electr�nico.
As� que el comportamiento del parqu�, ese sintagma predispuesto a veleidades y reacciones tornadizas y sorprendentes -un desplome imprevisto de valores; �rdenes de compra aparentemente sin ton ni son, etc�tera-, tendr�a, seg�n los adeptos a la neuroeconom�a, una base psiqui�trica. En otras palabras: obedecer�a a la acci�n de hormonas como la oxitocina, ligada tambi�n a la estimulaci�n del parto, o a la sensaci�n de bienestar que sigue al orgasmo.
Zak se arroga el descubrimiento de la relaci�n causa-efecto entre la descarga de oxitocina y el dep�sito de confianza, una condici�n para cualquier operaci�n financiera. "En 2004 mi laboratorio descubri� que la oxitocina es el agente qu�mico cerebral que nos permite determinar en qui�n confiar y en qui�n no. La hormona nos motiva rec�procamente con aquellos que nos muestran confianza, apoyo social, econ�mico o rom�ntico", subraya.
La oxitocina desempe�a un papel fundamental en el enamoramiento, pero... �tanto como para sellar asuntos econ�micos? "En un trabajo de 2001 demostr� que la confianza interpersonal es el factor m�s importante que los economistas han descubierto para explicar por qu� los pa�ses son ricos o pobres: la confianza estimula las inversiones, que producen prosperidad. Cuando la confianza es limitada hay pocos inversores dispuestos y los est�ndares de vida del pa�s se estancan. Pero cuando la confianza es elevada, la econom�a tiene un lubricante natural", dice.
El descubrimiento de los efectos de la oxitocina sobre el comportamiento y la interacci�n social se debe, empero, al equipo de Ernest Fehr, de la Universidad de Z�rich (Suiza), que demostr� que niveles elevados de esta hormona en sangre mejoran la capacidad de los individuos para confiar en otras personas. As�, la oxitocina funcionar�a como ese lubricante del que habla Zak. La vaselina que ayuda a superar el temor a la traici�n.
El profesor de Psicolog�a del Consumo del Instituto Tecnol�gico de Massachusetts (MIT) Dan Ariely, autor de Las trampas del deseo (Ariel), una obra divulgativa sobre la toma de decisiones que ya se ha colado en la lista de libros m�s vendidos en Espa�a, sostiene que "tanto la comida, como las drogas, como la reciprocidad en general, cuando se perciben como recompensas, funcionan cerebralmente de la misma manera". De ah� que la principal baza de la neuroeconom�a sea "el gran potencial que encierra, no lo que nos haya podido ense�ar hasta la fecha. Es un campo todav�a joven", afirma por tel�fono el investigador del MIT.
Los espa�oles Carri�n y Estap� recurren a la neuroeconom�a en su vertiente m�s pr�ctica: para la formaci�n de ejecutivos o como herramienta de optimizaci�n del beneficio. "La neuroeconom�a podr�a definirse como la inteligencia emocional aplicada a la toma de decisiones", contestan al alim�n. Ambos firman el libro Pilotos del margen (Gesti�n 2000), que lleva como subt�tulo, una muy gr�fica declaraci�n de intenciones: Un nuevo estilo para gestionar la empresa. "La generaci�n de emociones conforma tambi�n los pensamientos, por eso nosotros aportamos emociones en forma de datos. El instinto puede permitirte, con poca informaci�n y en un tiempo r�cord, tomar la mejor decisi�n posible, y eso resulta muy interesante en �pocas de crisis como la actual", dice Carri�n. De lo que se trata es de "optar siempre por la decisi�n m�s eficaz, rentable y amigable".
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