En un fant�stico art�culo del City Journal del Invierno de 1996, Stephen Moore nos cuenta que John Kenneth Galbraith, economista Harvardiano admirado por altos funcionarios y analistas econ�micos en el Ecuador, dijo una vez hace como 40 a�os, que ning�n problema de la ciudad de Nueva York quedar�a sin resoluci�n si se duplicaba el presupuesto.
Alguien aparentemente le escuch�, porque el presupuesto de la ciudad ha crecido en m�s del 100%, sin embargo la esperada resoluci�n a los problemas urbanos de la ciudad jam�s lleg�. Ah� fue cuando algunos se dieron cuenta de que, tal vez, esa no era la soluci�n.
Afortunadamente, ahora existe evidencia estad�stica de que los impuestos y el gasto p�blico desenfrenado, lejos de contribuir al crecimiento, son factores fundamentales en la degeneraci�n de los centros urbanos.
Stephen Moore y Dean Stansel realizaron un estudio para el Instituto Cato sobre los patrones de las pol�ticas fiscales de las municipalidades y su relaci�n con el desarrollo urbano. Los resultados fueron consistentes al afirmar que el gasto p�blico y los impuestos eran mayores en las ciudades que sufr�an procesos de descomposici�n y retroceso.
La muestra se realiz� en las 75 ciudades m�s grandes de los Estados Unidos. De esas 75, las 10 con mayor crecimiento incrementaron su poblaci�n entre 34 y 89 por ciento en cuesti�n de 10 a�os (1980-1990). Por otra parte, las 10 con procesos m�s acelerados de declive perdieron entre 7 y 16 por ciento de habitantes en el mismo periodo. Por cada d�lar gastado per capita en las ciudades desarrolladas ($673 anuales per capita promedio o 6% de la renta per capita), se gastaba $1.71 en las degeneradas ($1.152 anuales per capita promedio o 12% de la renta per capita).
Los gastos anuales por estudiante son $1.350 mayores en las ciudades en declive, as� como los gastos en "bienestar social" que no pueden ser justificados con servicios mejores. Adicionalmente, las 15 ciudades con mayor desarrollo no gravan la renta, y las 15 con menor desarrollo, si. Una familia de 4 personas en una de las ciudades que experimentaban procesos de deterioro paga un promedio de $2.352 en impuestos, versus $1.216 en las ciudades desarrolladas. No es coincidencia.
Ahora, la perlita, la burocracia es m�s del doble en las ciudades estancadas: las ciudades desarrolladas tienen un promedio de 99 empleados p�blicos por cada diez mil habitantes, y las otras, 235 por cada diez mil.
Los sindicatos p�blicos tambi�n fueron determinados como una de las causas de la degeneraci�n urbana. Los salarios y dem�s costos promedio son de un 30% m�s para los funcionarios y trabajadores del sector p�blico, comparados con los del sector privado (Cox y Brunelli, 1992). La relaci�n del tama�o de la burocracia, el poder de los sindicatos y los monopolios gubernamentales con la degeneraci�n y el acelerado deterioro de los centros urbanos no es patrimonio de este estudio ni de las ciudades en otros pa�ses. Estas cifras son f�cilmente adaptables a nuestra realidad. Incluso a veces se quedan cortas.
No es una ciencia esto de entender por qu� es que las ciudades que permiten m�s libertad a sus habitantes y no incurren en un alto gasto p�blico son las que tienen m�s "bienestar social" del verdadero, es decir un mayor nivel de vida y mejores condiciones para trabajar y desarrollarse.