Observo cada vez con mayor frecuencia que en ámbitos universitarios y en publicaciones especializadas aparecen trabajos que se presentan de manera innecesariamente complicada y tortuosa. Para trasmitir un mensaje o esbozar una tesis se introducen esquemas que el lego estima "técnicos" pero el entendido sabe que es cosmética para impresionar a referees que creen que es la forma "científica" de expresarse en una carrera cada vez mas embarullada para acumular currículos.
Personalmente he podido constatar este disparate respecto de ensayos preparados por ex alumnos para conocidos journals y en tesis de doctorados en los que los autores pueden describir sus trabajos en términos sencillos y claros pero consideran que no serán bien vistos si proceden de esta manera. En el mundo académico, el ejemplo más descabellado ocurrió con el ensayo de Alan Sokal y Jean Bricmont porque denunciaron el caso en un libro que tuvo mucha difusión.
Después de pasar por la aprobación de los referees correspondientes, estos autores publicaron en Social Text un largo ensayo con una nutrida bibliografía y un recargado trabajo artesanal de notas a pie de página titulado "Transgressing the Boundaries: Toward a Formative Hermeneutics of Quantum Gravity". Luego de publicado, los autores declararon que en realidad se estaban burlando de los impostores en el mundo intelectual que hacen gala de una falsa erudición a través de un lenguaje sibilino digno de mejor causa e intentaron publicar su propia refutación en la misma revista académica, lo cual fue denegado porque se les dijo que el nuevo trabajo carecía "de altura académica" y, por tanto, se vieron forzados a publicarlo en otra parte y, luego, en forma de libro, aparecieron los dos ensayos bajo el título de Imposturas intelectuales (Barcelona, Paidós).
Esto que está ocurriendo de modo generalizado, es lo contrario de lo que aconseja Karl Popper: "la búsqueda de la verdad solo es posible si hablamos sencilla y claramente, evitando complicaciones y tecnicismos innecesarios. Para mí, buscar la sencillez y lucidez es un deber moral de todos los intelectuales, la falta de claridad es un pecado y la presunción un crimen".
En sus memorias, Thomas Sowell -con una larga experiencia como profesor en varias de las mas prestigiosas universidades estadounidenses- critica buena parte de lo que ocurre en el mundo académico y se refiere a su negativa a enseñar economía en base al uso de las matemáticas. Este es otro problema que surge en el mismo contexto: se piensa que tiene mas categoría un ensayo si se introducen fórmulas matemáticas y curvas, cuando, en el mejor de los casos, se trata de usar otro idioma que debe ser traducido al lenguaje corriente con lo que se duplica la tarea y, en el peor de los casos, se recurre a símbolos que desfiguran el concepto.
En este último sentido, Ludwig von Mises escribe en su tratado de economía sobre los economistas matemáticos que "su labor, en definitiva, no es más que una vana manipulación de símbolos matemáticos, pobre pasatiempo que no proporciona ilustración alguna".
Dado el lema de la Sociedad Econométrica -"ciencia es medición"- nos parece pertinente aclarar que el precio expresa el valor pero no lo mide, es el resultado de valorizaciones distintas de comprador y vendedor. "Medir el valor de algún objeto resulta imposible" dice el célebre matemático Paul Painlavé en su trabajo titulado "The Place of Mathematican Reasoning in Economics" , lo cual subrayan Leoni y Frola en el ensayo "On Mathematical Thinking in Economics", preocupación que es aplicable al mal uso de la expresión algebraica "función" en economía e incluso al aparentemente inocente uso de gráficos para ilustrar las inexistentes "indiferencias", los de la oferta y la demanda que equivocadamente suponen que se trata de variables continuas en lugar de discretas, para no decir nada de los absurdos y contradictorios "modelos de competencia perfecta y equilibrio" de los cuales han escapado incluso ex patrocinadores de la talla de Mark Blaug. Más aún, en economía no hay posibilidad de comparaciones intersubjetivas. Los valores pueden referirse a números ordinales indicando escala de prelación individual, pero nunca trasladados a números cardinales que aluden a intensidad.
Tal vez Wilhelm Röpke es quien pone de manifiesto con mayor énfasis el problema. Este autor consigna que "Cuando uno trata de leer un journal de economía en estos días, frecuentemente uno se pregunta si uno no ha tomado inadvertidamente un journal de química o hidráulica [...] Los asuntos cruciales en economía son tan matemáticamente abordables como una carta de amor o la celebración de Navidad [...] No sorprende la cadena de derrotas humillantes que han sufrido las profecías econométricas. Lo que es sorprendente es la negativa de los derrotados a admitir la derrota y aprender mayor modestia".
Debido a la profesión de quien esto escribe, en estas líneas, básicamente, hemos ilustrado el problema de los galimatías en el mundo académico referentes a la economía pero el tema lamentablemente abarca muy diversas disciplinas. Es urgente volver al sentido común antes que los ámbitos académicos requieran de catacumbas para de veras aprender y ensanchar conocimientos en lugar de pintar y decorar una supuesta sabiduría con fraudes y malabarismos impropios del mundo intelectual.
Publicado originalmente en Diario de América (EEUU)