En la cumbre de Las �guilas, el caminante encontrar� alineadas tres rocas monumentales de forma alargada que, de acuerdo con los lugare�os, fueron colocadas por culturas prehisp�nicas para medir el tiempo. Para llegar al lugar, ubicado a cuatro kil�metros de Cuautla, en la sierra occidental de Jalisco, es necesario caminar aproximadamente 30 minutos cuesta arriba por una pendiente de tierra, que permanece seca y caliente durante Invierno y Primavera, sobre una elevaci�n que forma parte de una peque�a cordillera separada de las monta�as.
En Las �guilas, la vista domina el horizonte hacia el Oriente y el Poniente, marcado por una secuencia de monta�as; el valle a los pies de la cordillera, donde se encuentra Cuautla; los plant�os azules de agave y, arriba, la cavidad del cielo. Las tres rocas son de cuatro y cinco metros de altura, tambi�n hay diversas piedras a nivel del suelo, con orificios que parecieran estar tallados por la mano del hombre, a manera de relojes de Sol para marcar el tiempo o de cuencos para detener el agua. Hay, tambi�n, algunas construcciones de forma circular que pudieran ser prehisp�nicas.
Sin embargo, todo es a�n incierto: faltan estudios especializados de astronom�a, geolog�a y arqueolog�a para determinar con certeza el origen del lugar. Pero los pobladores de Cuautla est�n dispuestos hacer las gestiones necesarias para saber. Para que alguien les confirme que la cumbre de Las �guilas es su tesoro.
El arque�logo Otto Sch�ndube, del Instituto Nacional de Antropolog�a e Historia (INAH), realiz� una exploraci�n de superficie con la finalidad de determinar si se trata de un sitio construido por la mano del hombre para observaciones astron�micas. El especialista subi� a la cima armado con dos peque�os aparatos similares a las br�julas: uno para medir la presi�n atmosf�rica y, a partir de eso, ubicar la altitud sobre el nivel del mar. El otro instrumento era para contar los pasos caminados. Durante lo que la arqueolog�a llama cient�ficamente �exploraci�n de superficie�, Otto Sch�ndube observ� el terreno minuciosamente, recogi� algunas rocas y lo que parec�a un tepalcate e hizo mediciones con su �br�jula� frente a los tres monolitos, en una tarea donde la experiencia y el ojo agudo de un arque�logo bien entrenado son fundamentales.
Despu�s de recorrer el sitio a pie y realizar observaciones en el entorno, el especialista concluy� que se trata de una formaci�n geol�gica natural de origen volc�nico muy llamativa, entre cuyas rocas destacan tres de proporci�n monumental, que parecen pilares con una apertura relativa entre ellas, dando lugar a una especie de mira. La tradici�n oral, recabada y comprobada por Miguel Mora de Mendoza, autor de Jalisco arqueol�gico. Descubrimiento de un antiguo observatorio astron�mico, dice que durante los cambios de estaci�n el Sol se asoma por la hendidura que se forma entre las tres rocas, iluminando a una cuarta piedra que se encuentra m�s atr�s, a nivel del suelo. Tambi�n dice que dicha secuencia de rocas es una suerte de construcci�n prehisp�nica con la intenci�n de hacer observaciones astron�micas, de manera similar al sitio de Stonehenge, en Gran Breta�a.
El arque�logo Joseph B. Mountjoy, de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro y quien ha realizado investigaciones arqueol�gicas en Nayarit y Jalisco desde 1967, afirma que �hay evidencia arqueol�gica en la regi�n de ritos de renovaci�n, ligados a la transici�n entre las temporadas seca y lluviosa desde la llegada de los primeros agricultores, alrededor del a�o 1000 a.C. hasta la �poca Colonial�. Seg�n sus an�lisis, la actividad de grabar petroglifos fue muy importante en esos ritos, dedicados a conseguir las lluvias del dios solar. Aproximadamente 98 por ciento de los petroglifos estudiados por �l, concluye, �est�n asociados a ritos de renovaci�n relacionados con el Sol, el agua y la fertilidad y la mayor�a parecen ser manifestaciones f�sicas de oraciones ofrecidas al dios solar para obtener lluvia, semejantes a los "milagritos" que algunos cristianos colocan en los templos cat�licos para pedir favores. �En Jalisco, la costumbre de grabar petroglifos probablemente comenz� alrededor de 300 a.C., y en algunas partes parece haber persistido m�s all� de la conquista espa�ola�, apunta Mountjoy.
En el sitio de Las �guilas los lugare�os distinguen tres secciones: el observatorio, un centro de magia y un centro ceremonial. El observatorio se encuentra en la parte m�s elevada, en el punto medio de la cordillera. Caminando unos metros hacia el Sur la mirada alcanza el centro de magia: multitud de rocas de forma similar a los tres pilares del observatorio y que se abren paso hacia el cielo entre las ramas secas y pelonas de los cientos de �rboles que las rodean. Se trata de la parte m�s extensa del terreno conocido como cerro El Molino. Mirando desde el observatorio, la lejan�a las hace parecer una ciudad de fantas�a construida para una cinta de ciencia ficci�n.
Hacia el Norte est� el centro ceremonial, donde se encuentran enterradas construcciones de forma circular que pudieran ser prehisp�nicas, as� como rocas que, a decir de Miguel Mora, tienen petrograbados s�lo visibles cuando el Sol les pega de forma perpendicular a trav�s del fen�meno de luz y sombra. La mayor parte del d�a son invisibles.
Sch�ndube no pudo confirmar la presencia de petrograbados: para ello se requiere de una segunda visita y realizar los estudios arqueol�gicos antes se�alados. Sin embargo, explica que existe la posibilidad, ya que los petroglifos son inscripciones sobre piedras arraigadas al suelo, en las cuales los ind�genas esculpieron formas que para ellos ten�an significados religiosos. �Se considera que �stos se hac�an en sitios sagrados para los mesoamericanos, puntos de origen donde de acuerdo a la cosmogon�a ind�gena naci� un dios, o donde surgi� el agua que los aliment�, dijo el arque�logo.
Publicado originalmente en Milenio (M�xico)