Dos osos polares, conocidos en estas latitudes como osos del hielo, deambulan y bostezan sobre un iceberg. La madre y el cachorro de 2 a�os destacan en amarillo claro sobre el blanco brillante y el azul glacial � estas mascotas del movimiento contra el calentamiento global parecen majestuosamente contentos en un d�a del verano �rtico.
Los osos polares podr�n estar en peligro de extinci�n, pero no se les puede llamar delicados de ninguna manera. Son asesinos tranquilos y adorables, con mand�bulas curvadas que pueden sacar del agua una foca por la cabeza en un golpe limpio. Si los casquetes de hielo sobre los que cazan se fusionaran por completo, probablemente los osos podr�an adaptarse reuni�ndose gen�ticamente con sus parientes terrestres. Pero ya no ser�an osos polares m�s.
En tiempos la principal amenaza para estas criaturas proced�a de los cazadores que viv�an en caba�as apartadas y pon�an trampas a lo largo de la orilla. La amenaza viene ahora de una fuente inesperada: los elementos del movimiento ecologista cuya ceguera pol�tica y bagaje ideol�gico pueden socavar los esfuerzos por reducir el papel del carb�n en la econom�a global.
A los americanos les encantan (particularmente) las cosas peludas en lugares lejanos, pero los l�deres pol�ticos toman decisiones basadas (particularmente) en los intereses nacionales y los riesgos futuros. El riesgo aqu� es f�cil de describir: dependiendo del nivel de gases de efecto invernadero y la incierta ciencia de la formaci�n nubosa, los expertos en el clima predicen incrementos en la temperatura global durante este siglo en una horquilla de 2 a 11 grados Fahrenheit. En el extremo inferior de estas posibilidades, Estados Unidos podr�a sufrir un clima m�s severo, m�s incendios y m�s sequ�as, pero el peor sufrimiento se concentrar�a en lugares tales como �frica o Bangladesh. En el m�ximo de las predicciones de temperatura, los efectos ser�an universales y catastr�ficos � inundaciones masivas, hambrunas por doquier y migraci�n en masa.
Estas predicciones son, por definici�n, inciertas � extrapoladas a partir de patrones clim�ticos del pasado distante, deducidos a partir del estudio de antiguas capas de hielo. Pero la certidumbre no puede ser el est�ndar. Nos enfrentamos a dilemas irresolubles de riesgo y moralidad. Puesto que hasta los cambios moderados en el clima pueden tener consecuencias dram�ticas, �cu�nto riesgo estamos dispuestos a correr? �Qu� valor damos al sufrimiento de las naciones pobres y vulnerables? �Qu� �nfasis ponemos en el bienestar de las generaciones futuras?
Este c�lculo est� fuertemente influenciado por otra posibilidad: cambios s�bitos no lineales -- "puntos cr�ticos." Por ejemplo, el calentamiento global podr�a causar un cambio s�bito radical en la circulaci�n oce�nica, llevando a importantes crisis clim�ticas. Seg�n el Panel Intergubernamental sobre Cambio Clim�tico, este escenario es �muy improbable� � lo cual significa una probabilidad inferior al 10 por ciento. Pero hasta un riesgo de un 5 por ciento de provocar un cambio deber�a contemplarse con preocupaci�n.
Algunos Republicanos y conservadores tienen tendencia al escepticismo de motivaci�n ideol�gica. En los debates radiof�nicos de la ma�ana, donde los est�ndares cient�ficos no son particularmente elevados, la postura parece ser: "Si Al Gore est� inquieto por el carb�n, es que necesitamos m�s." La hostilidad partidista y conspiracionista de Gore es irritante, pero no es particularmente relevante para la ciencia de este tema.
Esto se�ala, no obstante un problema mayor. Cualquier legislaci�n lo bastante ambiciosa para recortar significativamente las emisiones de carbono y estimular las energ�as alternativas exigir� un amplio consenso pol�tico y social. Nada que sea as� de complejo y caro se hace a golpe de votaci�n. Pero muchos l�deres ecologistas parecen faltos de pr�ctica en la creaci�n de coaliciones. Tienden a ser convencional, por no decir radicalmente, progres. En ocasiones manifiestan una profunda repugnancia hacia el capitalismo y hostilidad a las industrias de explotaci�n. Su estrategia pol�tica consiste principalmente en la elecci�n de los Dem�cratas. La mayor parte de los esfuerzos medioambientales Republicanos son declarados r�pidamente "poco y tarde."
Lo que es peor, una minor�a preocupante del movimiento ecologista parece ver en un exceso de seres humanos, no en un exceso de emisiones de carbono, el principal problema del mundo. En dos escenarios recientes, he escuchado elogiar la pol�tica de China de un hijo por hogar como la respuesta a la crisis medioambiental � una especie de totalitarismo que implica el control de la natalidad mediante coacci�n o aborto. No tengo objeciones a la planificaci�n familiar responsable. Pero ning�n movimiento tendr� �xito con este argumento: puesto que nosotros en Occidente hemos emitido tanto carb�n, es necesario que haya menos con nuestro aspecto f�sico.
Los seres humanos no son el enemigo de una pol�tica medioambiental s�lida; son el motivo primordial de que haya una pol�tica medioambiental s�lida necesaria.
Si el movimiento para combatir el cambio clim�tico es percibido como radical, anti-capitalista y hostil a la vida humana, es probable que fracase, provocando sufrimiento a muchos, incluyendo a los osos polares. Y as� se plantea la cuesti�n: �Sobrevivir� el medio ambiente a los ecologistas?
Publicado originalmente en Periodista Digital (Espa�a)