En realidad, estas dos entidades se hab�an vuelto ejemplos cl�sicos del �capitalismo de compadrazgo�. Los �compadres� eran empresarios y pol�ticos trabajando en conjunto para llenarse mutuamente los bolsillos mientras afirmaban servir al p�blico. Los pol�ticos crearon a estos dos gigantes de la hipoteca, los cuales luego devolvieron algo de sus ganancias en favores pol�ticos�algunas veces directamente, a manera de fondos para campa�as; otras veces como �contribuciones� para grupos favorecidos.
Ya que todos cre�an que el gobierno garantizaba sus deudas, Fannie y Freddie pod�an pedir prestado a tasas de inter�s mejores que las que se le ofrec�an a las empresas del sector privado�y pod�a tambi�n acumular riesgos mucho mayores. Los pol�ticos y reguladores que debieron haber controlado a estas dos empresas no lo hicieron porque los gigantes compraron su influencia, y debido tambi�n a su dulce reputaci�n de �promover la propiedad de hogares�.
Y, debido a que la garant�a estatal permiti� que Fannie y Freddie dominaran el mercado de emisi�n de hipotecas, las cr�ticas del sector privado fueron silenciadas. Los bancos locales que quer�an ofrecer hipotecas no se atrevieron a hablar en contra de ellas. Los bancos granes no se atrevieron a quejarse de la ventaja concedida por el gobierno a los dos gigantes porque necesitaban poder comprar t�tulos de Fannie/Freddie.
Los propietarios de viviendas se convirtieron en rehenes de un sistema que depend�a de asegurar las hipotecas con garant�as de Fannie y Freddie. Eso los hizo parte del grupo opuesto a la reforma.
El problema esencial: Fannie y Freddie eran empresas privadas, con accionistas que acumularon miles de millones de d�lares en ganancias a lo largo del tiempo. A�n as� el gobierno se supon�a que deb�a garantizar sus deudas. Esto es, asumir�a el riesgo si ellos fallaban, y ahora lo han hecho.
Desde su �privatizaci�n� (Fannie en 1968 y Freddie en los setenta), muchos pol�ticos sab�an que los gigantes estaban operando de una manera financieramente peligrosa e insostenible�y las advertencias aumentaron en los �ltimos a�os. Su capital era insuficiente�como Paulson nos dijo a principios de este mes.
Paulson hab�a esperado terminar su per�odo sin tener que lidiar con el desastre. Los mercados financieros presionaron el asunto, sin embargo, apost�ndole a la baja al stock de Fannie y Freddi y aumentando as� sus costos de prestar a lo largo del verano.
Al demorarse en actuar, Paulson efectivamente elimin� cualquiera de las otras opciones (tales como una reducci�n del tama�o o una privatizaci�n) excepto el actual rescate. En julio, anunci� con gran entusiasmo su plan de detener a las dos empresas, obteniendo amplia autoridad del Congreso para gastar el dinero de los contribuyentes e intervenir en las mismas. Dijo que no esperaba alguna vez disparar esta �bazuca��pero ahora lo ha hecho.
Si solo fuera por la ambig�edad de qui�n ser�a salvado�esto es, qui�n de los acreedores ser�a beneficiado; y si es que los accionistas preferidos podr�an llegar a ver que su stock retenga su valor�los mercados iban a ponerlo a prueba.
Los accionistas perdieron virtualmente todo su valor, pero eso no resuelve el problema: Solucionarlo requiere apartarse de la estructura h�brida de propiedad privada con respaldo gubernamental. Hasta que el gobierno deje claramente establecido que no buscar� restaurar el estatus quo pre-crisis, Fannie y Freddie son los muertos vivientes, y los mercados deben temerle a su retorno como monstruos financieros nuevamente fortalecidos.
Paulson admite que le ha dejado las decisiones dif�ciles a la pr�xima administraci�n y al pr�ximo Congreso. John McCain ha prometido acabar con los negocios tradicionales en Washington. �l es un opositor p�blico de las dos empresas como est�n estructuradas ahora y ha dicho que quiere que desaparezcan. Barack Obama correctamente se ha enfocado en el conflicto de la propiedad privada con respaldo gubernamental. Los contribuyentes deber�an demandar un �nunca m�s� de ambos candidatos.
Paulson ha dicho que reducir a los gigantes es la �nica cosa que la pr�xima administraci�n y el pr�ximo Congreso deben hacer. Una vez que se reduzca su tama�o, podr�amos debatir si deber�an ser vendidas en pedazos a verdaderos propietarios privados sin respaldo gubernamental o si deber�an convert�rselas en agencias gubernamentales.
Hasta el momento, son demasiado grandes para fallar pero tambi�n demasiado costosas para mantenerse a flote.
Publicado originalmente en El Cato (EEUU)