Alentado por el eterno problema plat�nico de las esencias y por autores como Whitehead, Penrose o Michael Heller quiero plantear mis reflexiones sobre la autoconsistencia matem�tica y mi modo de entenderla como epifan�a de la esencia divina.
Evidentemente no se trata de ninguna �prueba� de la existencia de Dios, ni nada parecido, sino s�lo de una �iluminaci�n� sobre el universo matem�tico para quien ya est� en la creencia y ve todo el universo como una manifestaci�n de la ontolog�a divina. Expongo mis reflexiones como sugerencia, sin tener la seguridad de hallarme plenamente en posesi�n de la verdad. Me parece que son reflexiones originales y abrigo la esperanza de que puedan ofrecer nuevas, sugestivas y quiz�s convincentes respuestas a viejos interrogantes.
Al reflexionar sobre las entidades matem�ticas nos encontramos con algunas que podemos calificar como estructuras o entidades matem�ticas aut�nomas (o autoconsistentes). Algunos ejemplos: el valor del numero" pi". El hecho de que determinados n�meros enteros sean primos y tengan determinadas propiedades. La existencia de cinco poliedros regulares y solo cinco.
Encontramos entidades o estructuras aut�nomas en las Matem�ticas, en la F�sica en la cristalograf�a y en otras ciencias. A todas, en lo sucesivo, para simplificar, denominar� estructuras o entidades o realidades matem�ticas. Llamar� universo matem�tico a la globalidad de las entidades matem�ticas aut�nomas.
Llamo aut�nomas a las entidades matem�ticas (como las de los ejemplos citados) que no deben su naturaleza ni sus caracter�sticas a ninguna decisi�n de una entidad externa a ellas y que no pueden ser modificadas por una voluntad exterior. Como un explorador encuentra una flor ex�tica, el intelecto humano en sus reflexiones localiza o encuentra estas entidades aut�nomas, no las crea.
Las entidades matem�ticas aut�nomas han de ser diferenciadas de las herramientas y artificios mentales inventados o construidos por el hombre para transitar con mayor comodidad por el universo matem�tico (por ejemplo, el c�lculo vectorial infinitesimal) Estas entidades matem�ticas aut�nomas, por consiguiente, re�nen las caracter�sticas que los fil�sofos asignan a los entes necesarios los cuales son como son por si mismos, nunca fueron de una manera distinta ni nunca ser�n diferentes. Seg�n Francisco Su�rez (1569-1624) son necesarios los entes que no pueden dejar de ser como son. De modo indirecto lo proclama cuando afirma: "Quod potest non esse necessarium non est" (Disputationes Metaphysicae XXXV, 55)
No existen porque haya un ser pensante que los albergue en su mente. Su existencia es anterior a la existencia de la raza humana. Cuando aun no hab�a ning�n ejemplar de homo sapiens merodeando por las selvas los poliedros regulares eran cinco y solo cinco.
Las modernas concepciones de f�sica corroboran la realidad y la existencia de las estructuras matem�ticas aut�nomas. En efecto el principio de la dualidad entre ondas y corp�sculos formulado por el f�sico Louis de Broglie y la mec�nica cu�ntica se�alan que el cosmos f�sico, cuya existencia constatamos, no es sino la cara perceptible de entidades matem�ticas necesarias.
Dios y las esencias matem�ticas
El universo de las entidades matem�ticas en definitiva es necesario, existe y no puede ser modificado por ninguna causa exterior. Dios por tanto no es superior a �l, lo que solo es admisible si este universo matem�tico coincide con la esencia divina o participa de ella. As� pues, al identificar entidades matem�ticas necesarias hemos constatado la existencia de un Ente necesario. Me estremece expresarlo: en alg�n modo hemos visto a Dios.
El ser necesario que hemos divisado, por sus atributos de necesidad e infinitud ha de ser necesario e infinito. Del hecho de ser necesario e infinito se desprende que ha de estar tambi�n adornado de las prerrogativas de omnipresencia, omnipotencia, omnisciencia y cuantas perfecciones puedan adornarle, bien es cierto que entendidas en forma an�loga a la que adoptan cuando se predican de los seres creados. En los maestros de la Teodicea como Su�rez se encuentra esta deducci�n.
La aceptaci�n de mis reflexiones no implica autom�ticamente la presentaci�n de la imagen de Dios tal y como nos la ofrece la revelaci�n cristiana. Pero puede ser un primer paso para que un humano acepte en etapas posteriores una imagen de Dios m�s vivencial y existencial.
A quien atentamente escudri�a los secretos del universo matem�tico y f�sico se hace presente una Epifan�a de Dios, es decir su presencia perceptible. Es el prop�sito de estas reflexiones, perm�taseme insistir, se�alar un camino que conduce a la atalaya desde la que con humildad y admiraci�n puede contemplarse el esplendor de esta Epifan�a en una de sus facetas: el universo matem�tico.
Mi intenci�n no es, pues, construir una nueva "demostraci�n" de la existencia de Dios, sino t�midamente sugerir una forma de enfocar nuestra visi�n intelectual, desde la creencia, que permita en alguna medida "constatar o percibir" directamente la existencia de Dios. Discurren estas reflexiones en ese territorio en que la Filosof�a tiene fronteras con las Matem�ticas y la F�sica. No aporto nuevas teor�as f�sicas o matem�ticas, si bien aventuro algunas formas nuevas de dar sentido a concepciones cient�ficas tradicionales desde el punto de vista de los creyentes.
En cuanto a la filiaci�n filos�fica y teol�gica de mi trabajo tengo que aclarar que me sit�o en la rama del saber usualmente denominada Teodicea, ciencia que -sin rechazar expl�citamente otras v�as de conocimiento - discurre sobre Dios con las herramientas de la raz�n. Grandes te�logos (vg. Francisco Su�rez en sus "Disputationes Metaphysicae") han consagrado a la Teodicea una parte importante de sus desvelos. En nuestro caso, hablamos de cuestiones referentes a Dios, pero bajo la iluminaci�n de los resultados de la matem�tica y de la ciencia f�sica.
Publicado originalmente en Tendencias 21