En medio de la inmensidad del Universo, entre los miles de millones de galaxias que podemos ver, formadas cada una por cientos de miles de millones de estrellas, la mayor�a con planetas a su alrededor, s�lo en un lugar, que sepamos, se han dado las condiciones necesarias para que se desarrolle la vida. Ese lugar, aparentemente �nico entre los billones de planetas que nos rodean, es nuestro propio mundo, la Tierra.
La pura l�gica (y la estad�stica) apuntan con fuerza hacia la posibilidad de que, �all� fuera�, existan otras �Tierras� en las que tambi�n haya surgido la vida. Sin embargo, la b�squeda sistem�tica de esos mundos no ha sido posible hasta hace poco m�s de una d�cada. Un tiempo, por cierto, muy bien aprovechado.
Desde que el 6 de octubre de 1995 los astr�nomos suizos Michel Mayor y Didier Queloz anunciaran el descubrimiento del primer planeta extrasolar (un gigante gaseoso mucho mayor que J�piter, localizado alrededor de 51 Pegasi, una estrella a 47,9 a�os luz de distancia de la Tierra), la lista ha ido engrosando sin parar, hasta alcanzar ya m�s de trescientos miembros, nuevos mundos en �rbita alrededor de estrellas lejanas.
La mayor parte de ellos, sin embargo, planetas muy diferentes al nuestro, lugares en los que nadie, a la luz de los conocimientos actuales, esperar�a encontrar vida. Nuevas t�cnicas e instrumentos cada vez m�s sofisticados han hecho posible acotar, en cierta medida, la b�squeda, y dirigir los esfuerzos hacia planetas mucho m�s parecidos al que nosotros habitamos.
Primer planeta terrestre
Sin embargo, fue necesario esperar hasta junio de 2005 para que los cient�ficos anunciaran el primer �planeta terrestre�, es decir, s�lido y no gaseoso, fuera del Sistema Solar. Se trata de Gliese 876 d, recuerda a Neptuno, es unas ocho veces mayor que la Tierra y es el tercer mundo que se descubre alrededor de la estrella Gliese 876, una enana roja (m�s peque�a y fr�a que el Sol) que se encuentra en la constelaci�n de Acuario, a 15 a�os luz de distancia.
El empe�o de los cient�ficos y la necesidad imperiosa de obtener cada vez m�s datos han hecho posible, ya, determinar la presencia de elementos concretos (entre ellos agua) en la atm�sfera de algunos de estos planetas. En la actualidad, toda una nueva generaci�n de instrumentos y misiones espaciales (como la Terrestrial Planet Finder, de la NASA) se est�n poniendo a punto con el �nico objetivo de buscar, y encontrar, una o varias �nuevas Tierras�.
El problema, claro, es saber d�nde hay que mirar para conseguirlo. �Qu� es exactamente lo que hace que un planeta sea habitable? �Existen alrededor de las estrellas zonas privilegiadas en los que mundos como el nuestro puedan florecer? Los astr�nomos, por un lado, parecen estar de acuerdo en que, para que haya vida, lo primero que hay que hacer es determinar la presencia de agua en estado l�quido. Y esa es una caracter�stica que depende en gran medida del tipo de estrella alrededor de la que un planeta gire.
La �zona habitable�
Rodeando cada estrella, y dependiendo de factores como su tama�o o temperatura, existe lo que los cient�ficos llaman �zona habitable�, es decir, el �rea concreta en la que ser�a posible que se formara un planeta con agua en estado l�quido. Los mundos que se encuentran fuera de esta zona quedan, en principio, descartados como candidatos. <>En efecto, si un planeta estuviera m�s cerca de su estrella y fuera de la �zona habitable�, estar� tan caliente que cualquier resto de agua se evaporar�a al instante, como es el caso de Venus o de Mercurio dentro de nuestro Sistema Solar. Si, por el contrario, el planeta estuviera m�s lejos, estar�a tan fr�o que el agua s�lo ser�a posible en forma de hielo, como sucede, por ejemplo, en Marte.
El caso del Sistema Solar
Para nuestro Sol, la zona habitable se encuentra exactamente entre las �rbitas de Venus y Marte. Un lugar que ocupa nuestro propio mundo, la Tierra. El segundo factor es el tama�o y la masa del planeta candidato.
<>Los mundos con menos de la mitad de la masa terrestre no tienen gravedad suficiente para retener una atm�sfera bajo cuyo abrigo pueda desarrollarse la vida, como sucede, una vez m�s, con Marte. Y al otro extremo, los planetas con una masa superior a diez veces la de la Tierra, tienen gravedad suficiente para seguir atrayendo gases y elementos muy abundantes en el espacio, como hidr�geno y helio, y terminan por convertirse en gigantes gaseosos, como es el caso, en nuestro sistema, de J�piter, Saturno, Urano y Neptuno. Determinar las zonas habitables de otras estrellas es el primer paso de esta nueva carrera.
Publicado originalmente en ABC (Espa�a)