Imag�nese confundir el rostro de su esposa con un sombrero. No es broma. Tampoco crea que s�lo puede pasarle a un enfermo mental. Se trata, m�s bien, de un trastorno neurol�gico llamado prosopagnosia. Y, as� como el dalt�nico no reconoce los colores y cambia uno por otro, esta afecci�n impide que las personas perfectamente sanas, y con la visi�n intacta, puedan reconocer los rostros. En cambio, las confunden con otros objetos.
As� lo inform� una investigaci�n que acaba de publicar la revista Nature Neurosciences , en la que especifica que este trastorno ya conocido tendr�a una base neurol�gica como causa. Y devela que, si bien estas personas no tienen ninguna anomal�a en las regiones cerebrales que permiten reconocer las caras, como la corteza occipito-temporal y las cortezas anterior temporal y frontal, el error se encuentra en la �conexi�n� de estas �reas, seg�n inform� el investigador Cibu Thomas, seg�n un art�culo publicado en El Mundo , de Espa�a.
La prosopagnosia se hizo m�s conocida en 1985, cuando el neur�logo brit�nico Oliver Sacks escribi� ""El hombre que confundi� a su mujer con un sombrero"", un ensayo en el que recog�a algunos de los casos m�s curiosos con los que se hab�a topado en su carrera. Desde entonces, y hasta ahora, los estudios llevados a cabo para tratar de dar con la causa de este trastorno no hab�an sido capaces de hallar ninguna anomal�a en las regiones cerebrales que permiten reconocer los rostros.
En el nuevo trabajo, incluso, las investigaciones con individuos que padecen prosopagnosia desde su nacimiento (porque en otros casos el problema puede aparecer a ra�z de un trauma, por ejemplo), hab�an mostrado que estas personas tienen una respuesta cortical completamente normal.
En efecto, las personas con este trastorno son capaces de saber que est�n viendo una cara, pero tienen dificultades para identificarla. Incluso desconocen su propio rostro cuando lo ven ante un espejo. A cambio, son capaces de hacer reconocimientos deductivos a partir de rasgos muy caracter�sticos (un lunar, un peinado o, como en el libro de Oliver Sacks, un sombrero) o a trav�s de la voz, la ropa, la ubicaci�n en la oficina.
La hip�tesis que Thomas y su equipo han tratado de demostrar en esta ocasi�n es que el �error� se encuentra m�s bien en la conectividad entre esas �reas. Concretamente, en los segmentos de materia blanca que conectan las regiones encargadas del procesamiento de rostros. La materia blanca del cerebro est� compuesta precisamente de fibras nerviosas, encargadas de transmitir los impulsos r�pidamente.
Seg�n comprobaron en seis individuos con prosopagnosia (con edades entre los 15 y los 57 a�os), la integridad de estas �conexiones� estaba reducida o alterada en comparaci�n con la de otros 17 controles sanos que fueron tomados como grupo control.
Para ello, utilizaron una t�cnica denominada de imagen con tensor de difusi�n (ITD), un nuevo tipo de resonancia magn�tica que permite medir las mol�culas de agua en las fibras de sustancia blanca, encargadas de transmitir la informaci�n entre �reas cerebrales.
Esta idea coincide con trabajos anteriores que hab�an demostrado que las lesiones que sufren las personas con esclerosis m�ltiple en uno de estos ""conectores"" (el fasc�culo longitudinal inferior) podr�a causarles dificultades para reconocer personas y objetos. Eso s�, el trabajo apunta con cautela que sus observaciones deber�n ser confirmadas por futuros trabajos, m�s numerosos, y con t�cnicas de imagen m�s sofisticadas.
Su hip�tesis, adem�s, podr�a explicar porqu� la prosopagnosia tiene un cierto componente familiar. "Es posible que la expresi�n an�mala de un gen durante un per�odo cr�tico del desarrollo cerebral embrionario altere la maduraci�n de la materia blanca en la corteza occipito-temporal", sugieren.
Publicado originalmente en Perfil (Argentina)