Darwin no era un ateo sino un creyente victoriano. No era un proto marxista sino un liberal, lo que en la Gran Breta�a del siglo XIX significaba oponer la libertad individual al Estado invasor. Era un admirador de John Locke y Adam Smith, dos de los grandes pensadores de la libertad. Y aunque fue influenciado por Malthus, cuyos escritos sobre la sobrepoblaci�n fueron m�s tarde utilizados por los cr�ticos del capitalismo para justificar el colectivismo, Darwin emple� las ideas del polit�logo en el campo de la biolog�a, no de la pol�tica o la econom�a.
Darwin no se propuso acabar con Dios. Cualquiera que haya le�do "El origen de las especies", "El descendiente del hombre" o su correspondencia se sorprende por el cuidado con el que evita lo que hoy d�a llamar�amos una "agenda ideol�gica". Pero este diligente estudiante de la naturaleza hizo un descubrimiento devastador. Ese descubrimiento no fue la evoluci�n de las especies, que hab�a sido propuesta varias veces y puede rastrearse hasta los griegos, sino el hecho de que la evoluci�n es un proceso aleatorio de selecci�n natural por el cual la adaptaci�n al medio ambiente produce ciertas variaciones que son gradualmente preservadas a trav�s de la transmisi�n hereditaria. En �ltima instancia, todas las especies tienen un origen com�n.
Este hallazgo plante� un desaf�o catacl�smico a la Iglesia, comparable al que supuso el redescubrimiento de Arist�teles en los siglos XII y XIII o el desplazamiento de la Tierra como centro del universo en los siglos XVI y XVII. Pero a diferencia de Arist�teles, que fue absorbido por la Iglesia a trav�s de Tom�s de Aquino, y los descubrimientos de Cop�rnico, Galileo y Newton, que fueron conciliados con la religi�n por el cristianismo racional y el de�smo, los libros de Darwin continuaron siendo un anatema para muchos creyentes. El Papa finalmente acept� sus ense�anzas en los a�os 90 y la Iglesia Anglicana recientemente le pidi� disculpas p�stumas, pero para millones de cristianos Darwin todav�a es inaceptable.
Y, sin embargo, la ciencia ha confirmado y expandido la teor�a de Darwin, emple�ndola con gran utilidad. Lo que �l denominaba el "misterio" de las variaciones que se transmiten a trav�s de la descendencia fue explicado por la gen�tica moderna. La secuencia del ADN y la biolog�a molecular han ayudado, por ejemplo, a comprender la evoluci�n de los virus y por ende a prevenir distintas enfermedades.
Las ense�anzas de Darwin han sido caricaturizadas y distorsionadas de forma grosera. El "darwinismo social", que convirti� su teor�a biol�gica en una teor�a sociopol�tica para justificar la eugenesia, lesion� su reputaci�n. Sin embargo, Darwin fue un temprano adversario de la esclavitud y, en la medida en que identific� un origen com�n en la naturaleza, hizo m�s que ning�n otro b�pedo para defenestrar la idea de que las distintas razas corresponden a especies distintas.
El atractivo de Darwin para la Derecha deber�a residir en esto: el naturalista ingl�s otorg� validez cient�fica a la idea revolucionaria de que el orden puede ser espont�neo y no estar dise�ado por una autoridad poderosa ni sujeto a ella. La lucha por la existencia que seg�n Darwin impulsa la selecci�n natural es cualquier cosa menos un proceso predeterminado. Es m�s: el naturalista ingl�s sosten�a que ciertos h�bitos, valores e instituciones, incluida la religi�n, son ellas mismas formas de adaptarnos al medio ambiente y pueden influir en el curso de la evoluci�n de la especie. El instinto de la simpat�a, por ejemplo, lleva a algunos de los miembros fuertes de las especie humana a ayudar a los m�s d�biles, mitigando con ello (�puedo decir humanizando?) la lucha por la existencia.
Resulta fascinante que muchas personas de Derecha que defienden el orden espont�neo -el libre mercado- en el dominio de la econom�a pol�tica y condenan la ingenier�a social como una amenaza contra la civilizaci�n rechacen la apabullante contribuci�n de Darwin a la idea de que el orden puede autogenerarse. En un ensayo aparecido en "The Spectator", en Gran Breta�a, el escritor conservador Matt Ridley reflexiona acerca de la paradoja de que la Izquierda haya cooptado a Darwin a�n cuando sus ideas pol�ticas contradicen las ense�anzas b�sicas del naturalista: "En cualquier laboratorio de biolog�a europeo hay quienes creen fervorosamente en las propiedades individualistas, emergentes y descentralizadas de los genomas y al mismo tiempo prefieren que sea el determinismo dirigista el que imponga el orden en el campo de la econom�a".
El bicentenario del natalicio de Darwin es una buena oportunidad para que la gente de Derecha que menosprecia a Darwin porque lo cree un �cono de la Izquierda d� una segunda oportunidad a "El origen de las especies", un libro sobre "lo peludas que son las grosellas", como escribi� con humor John Burrow, el editor de mi viejo ejemplar.
Publicado originalmente en El D�a (Argentina)