El Dios de Abraham era justo, inapelable, incorruptible, trascendente, omnisciente, omnipotente, omnipresente y omnibenevolente. El cristianismo antiguo se centr� en la pericoresis o fusi�n de tres personas en una sola entidad divina. Para la v�a negativa de Maim�nides s�lo nos es dado discutir sobre lo que Dios no es. El Todo de los herm�ticos es m�s complicado que la suma de cuanto existe, y el Buda puso el �nfasis en la liberaci�n del sufrimiento en la tierra. Vista as�, la religi�n tiene poco de universal.
Pero los experimentos han hecho aflorar una capa subyacente m�s simple. Por ejemplo, los psic�logos cuentan a grupos de voluntarios una historia en la que Dios atiende a cinco problemas a la vez. Los creyentes de cualquier confesi�n monote�sta aceptan la narraci�n con naturalidad, puesto que Dios tiene sobrados poderes cognitivos para ello. Pero si se les pide recordar la historia un rato despu�s, casi todos cuentan que Dios atiende los cinco problemas uno por uno: su subconsciente ha humanizado al omnipotente Dios de la doctrina.
La investigaci�n reciente en psicolog�a cognitiva, neurobiolog�a y antropolog�a cultural ha revelado que la mayor�a de los creyentes, sea cual sea su culto, tienen interiorizado un modelo extremadamente antropoc�ntrico de Dios. No s�lo posee una figura humana, sino que utiliza los mismos procesos de percepci�n, razonamiento y motivaci�n que las personas. Las creencias expl�citas sobre la divinidad son muy distintas entre religiones, pero los supuestos t�citos son casi id�nticos en la mayor�a de las personas.
La caracter�stica central de cualquier religi�n es un n�cleo de creencias sobre agentes no f�sicos. Este tipo de "conceptos sobrenaturales" -que tambi�n aparecen en la fantas�a, los sue�os y las supersticiones- est� muy condicionado por nuestro conocimiento del mundo real. Un esp�ritu es un tipo de persona, s�lo que atraviesa paredes. Dios comparte esas limitaciones dentro de la cabeza de los creyentes.
M�s en general, las creencias subconscientes de la gente religiosa de cualquier credo son extraordinariamente parecidas: los agentes sobrenaturales ejercen una vigilancia permanente del comportamiento moral de la persona, con acceso instant�neo a sus pensamientos y deseos m�s �ntimos. Los creyentes de cualquier culto tambi�n albergan creencias sobre la existencia y las propiedades de esos agentes sobrenaturales, y suelen guardar s�mbolos o amuletos que los representan, y celebrar rituales en su nombre. Cada grupo social suele atribuir a esos agentes su sistema moral, y su propia cohesi�n social.
Los cient�ficos cognitivos han reunido muchas evidencias de que esta especie de religi�n natural se enra�za en cualidades humanas universales -como la capacidad para simular relaciones con personajes ficticios- que no son espec�ficas de la experiencia religiosa, sino una consecuencia de tener el cerebro m�s desarrollado, y las estructuras sociales m�s complejas y estables, que han evolucionado en ninguna especie animal de este planeta.
"El pensamiento y el comportamiento religioso pueden considerarse parte de las capacidades naturales humanas, como la m�sica, los sistemas pol�ticos, las relaciones familiares o las coaliciones �tnicas", dice Pascal Boyer, de la Universidad de Washington en Saint Louis. Boyer ha publicado en el �ltimo a�o dos trabajos de referencia sobre la evoluci�n cognitiva de la religi�n (Nature 455:1038; Annual Review of Anthropology 37:111).
El fil�sofo Daniel Dennett sostiene que los cerebros animales han evolucionado a trav�s de tres fases. El comportamiento de las criaturas darwinianas est� determinado gen�ticamente. Las criaturas skinnerianas (por el psic�logo conductista norteamericano B. F. Skinner) disponen de una gama de comportamientos, pero despliegan uno u otro al azar. Los humanos somos criaturas popperianas (por el fil�sofo de la ciencia Karl Popper). Una criatura popperiana hace lo mismo que una criatura skinneriana, pero s�lo dentro de su propia cabeza, como una serie de simulaciones mentales.
El ingeniero de la Universidad de Michigan John Holland, padre de los algoritmos gen�ticos, asegura que "la verdadera esencia de una ventaja competitiva, sea en el ajedrez o en la actividad econ�mica, es el descubrimiento y la ejecuci�n de jugadas en un escenario ficticio". Y entre las principales jugadas que tenemos que simular los humanos, desde la m�s tierna edad, est�n las situaciones sociales ficticias.
"Todos los ni�os entablan relaciones sociales importantes y duraderas con personajes de ficci�n, amigos imaginarios, familiares desaparecidos, h�roes invisibles, novios figurados...", dice Boyer. La pr�ctica constante con ese tipo de "agentes no f�sicos", de hecho, puede explicar parte de la extraordinaria destreza social de nuestra especie, muy superior a la de los dem�s primates. Y desde ah�, el cient�fico de Washington s�lo ve un peque�o paso hasta otros "agentes no f�sicos" como esp�ritus, dioses y demonios, "intangibles pero implicados socialmente".
Los agentes sobrenaturales son a menudo la fuente de la moral para las personas religiosas, y tambi�n sus vigilantes omniscientes, esto es, que basta con pensar en algo pecaminoso para que se den por enterados. �sta es otra de las creencias m�s generales entre los fieles de cualquier culto.
La psicolog�a experimental indica, sin embargo, que los ni�os comprenden los imperativos morales b�sicos, como los relativos al trato justo y al da�o a sus semejantes, desde que est�n en edad preescolar. Eso es antes de que puedan comprender esos conceptos abstractos y con independencia del entorno religioso en que se obtengan los datos. La neurobiolog�a, por otro lado, ha revelado nexos muy relevantes entre los juicios morales y algunas de las emociones humanas m�s b�sicas y universales.
Uno de los nodos centrales de la red emocional del cerebro es el c�rtex prefrontal ventromedial (VMPC). Los pacientes que tienen destruida esa zona del c�rtex muestran una disminuci�n general en su capacidad de respuesta emocional y una marcada reducci�n de las emociones sociales -como la compasi�n, la verg�enza y la culpa que est�n estrechamente relacionadas con los valores morales-.
El VMPC es muy conocido por los neur�logos desde el 13 de septiembre 1848, cuando una explosi�n accidental dispar� una barra de hierro de un metro de largo y seis kilos de peso exactamente hacia esa zona del cerebro de Phineas Gage, el capataz de una cuadrilla de trabajadores del ferrocarril. Sobrevivi�, y sin da�os en la capacidad del lenguaje ni en otras funciones intelectuales. Pero como dijo poco despu�s un amigo suyo: "Este hombre ya no es Phineas Gage".
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