Una de las primeras intenciones que el inter�s por la astronom�a suele mover al incipiente astr�nomo aficionado es, sin duda, la posibilidad de hacerse con alg�n instrumento que le facilite observar mas all� de lo que sus ojos le permiten y, de alguna manera, experimentar el disfrute por el descubrimiento.
Pero debemos tener en cuenta algunas consideraciones, adem�s del natural problema del presupuesto, antes de decidirnos por uno u otro instrumento.
Debemos ser conscientes de que el mejor telescopio para cada uno es aqu�l que m�s use. Conozco numerosos propietarios de grandes telescopios cuyo uso por inc�modo es m�s bien escaso. Sin embargo, un aparato port�til y bien dimensionado nos permitir� la movilidad y versatilidad para poder desplazarnos en busca del mejor cielo.
Es recomendable en cualquier caso iniciarse con unos prism�ticos o binoculares cuya adquisici�n no tiene porqu� ser muy costosa. Unos prism�ticos de siete a diez aumentos y cincuenta mil�metros de lente son bastante apropiados, si bien cualquier otro nos puede servir.
Con unos simples prism�ticos podemos llegar a distinguir los principales cr�teres lunares, las cambiantes lunas de J�piter, las fases de Venus, c�mulos de estrellas, cometas, algunas de las m�s brillantes nebulosas y galaxias... etc. Otro condicionante es si disponemos de un lugar apropiado para la observaci�n, o debemos desplazarnos, en cuyo caso nos condiciona el volumen y peso a mover. Todos los tipos de telescopios se pueden adquirir de distintos tama�os y calidades. Existen numerosos tipos de telescopios, pero simplificando los podemos reducir a tres:
El refractor o anteojo, es el m�s antiguo y com�n de los telescopios; tambi�n se le conoce como galileano por ser el que us� y perfeccion� Galileo (en su origen se dise�� con un uso militar: ver antes de ser visto). En segundo lugar tenemos el reflector o de espejo, inventado y por eso bautizado como telescopio de Newton; es el de uso m�s generalizado entre los aficionados que pretenden disponer de un tama�o considerable a un precio asequible. En tercer lugar citaremos los catadi�ptricos, que se sirven de una combinaci�n de lentes y espejos, cuya versi�n m�s com�n es el Schmidt-Cassegrain, de uso muy extendido entre los aficionados avanzados y cuya principal virtud radica en un tama�o y peso reducido para su potencia.
En cualquier caso, aun cuando s�lo dispongamos de unos prism�ticos y un lugar de observaci�n dentro de la ciudad, podemos ser testigos de numerosos fen�menos que pasar�n ante nuestros ojos solamente esperando que nuestra curiosidad se vea nutrida del mayor espect�culo existente: el Universo.
Publicado originalmente en La Verdad (Espa�a)