En t�rminos generales se dice que los liberales defienden el capitalismo, el mercado libre y los derechos individuales frente al poder coactivo del estado; que son contrarios a la redistribuci�n de riqueza, al intervencionismo de la pol�tica econ�mica, a las subvenciones a los grupos de inter�s, a las barreras arancelarias proteccionistas que dificultan el comercio internacional, y la ingenier�a social colectivista; que quieren m�s sociedad, m�s iniciativa empresarial y menos estado.
Definir as� el liberalismo es problem�tico y en realidad arbitrario (aunque muchos aspectos bien entendidos resultan ser correctos). Es imposible determinar de forma objetiva qu� tipo de estado y en qu� cantidad es aceptable para alguien que se considera liberal: depende de preferencias subjetivas y no de verdades contrastables. No es adecuado intentar definir la sociedad libre en funci�n de las caracter�sticas que posea su estado. El proceso correcto es el inverso, definir el estado como concepto m�s complejo en funci�n de la libertad individual como concepto m�s b�sico. Aunque pueda parecer una afirmaci�n exageradamente tajante y radical, s�lo existe una forma de liberalismo bien fundamentada (con principios axiom�ticos s�lidos), l�gica (consecuente, consistente, sin contradicciones) y de acuerdo con la naturaleza del ser humano y de la realidad en la que vive: el liberalismo que entiende la libertad como el respeto al derecho de propiedad privada, y que se basa en el principio �tico de no agresi�n o no iniciaci�n del uso de la fuerza.
Los potenciales conflictos entre propietarios y la posible existencia de delincuentes hace necesarios servicios de polic�a, defensa y justicia. Un minarquista defiende un estado m�nimo estrictamente limitado cuyas �nicas funciones son las de polic�a, defensa y justicia. El estado tiene el monopolio del uso sistem�tico de la fuerza sobre unos s�bditos y un territorio o jurisdicci�n, tiene el poder y la autoridad exclusivos para mandar y hacer cumplir reglas de comportamiento social.
El problema del minarquismo es creer que el monopolio de la violencia puede ser eficiente, no corromperse, y que su poder puede mantenerse estable y limitado por los ciudadanos. El estado es ineficiente: no existe competencia y no se permite a los ciudadanos prescindir de sus servicios. Una jerarqu�a coactiva genera fuertes incentivos para su propio crecimiento a costa de los gobernados. En los peores casos se llega hasta el totalitarismo. Un estado m�nimo no defiende el derecho de propiedad sino que lo viola sistem�ticamente al no permitir a cada persona decidir c�mo resolver pac�ficamente sus problemas de seguridad y protecci�n. Los mecanismos democr�ticos no resuelven estos problemas, y en algunos casos los agravan. Adem�s la extensi�n territorial del estado es arbitraria y suele ser resultado de hechos hist�ricos violentos como guerras y conquistas.
El mejor estado es efectivamente aquel que menos gobierna: el que no gobierna nada en absoluto. El anarquismo es autogobierno y supone la defensa radical y consecuente de la libertad. El anarcocapitalismo o sistema de ley polic�ntrica mediante jurisdicciones competitivas es una organizaci�n social espont�nea, aut�noma, no coactiva, un orden voluntario cooperativo basado en la �tica objetiva y universal de la libertad y la justicia rectamente entendida como el derecho individual de propiedad privada. El anarquismo no significa caos, desorden o salvajismo, sino simplemente ausencia de estado monop�lico. El anarquismo liberal implica la abolici�n de todas las formas de estado por innecesarias, peligrosas e indeseables. No es un anarquismo comunista o anarcocomunismo, sistema inviable en el cual no se reconoce el derecho de propiedad. Existen instituciones, leyes y agencias de seguridad, pero no son impuestas mediante la violencia. Se trata de una heterarqu�a o estructura de red, y no una jerarqu�a o estructura de �rbol. Anarquismo y mercado no son contradictorios: propiedad y estado s� que son incompatibles.
Publicado originalmente en Liberalismo.org