Pese a sus registros estratosf�ricos, el jamaicano Usain Bolt no es el ser humano m�s r�pido que jam�s haya pisado la Tierra. Los 2,45 metros de Javier Sotomayor en altura no le convierten en el mejor saltador de la historia. Y Haile Gebreselassie, plusmarquista mundial de marat�n, no es ning�n referente en las largas distancias.
El t�tulo del libro de McAllister, de reciente lanzamiento, no deja lugar a segundas lecturas: "Mantropolog�a: la ciencia del inadecuado macho moderno". Sus conclusiones, basadas en el estudio detallado de restos f�siles humanos, de huellas conservadas en lo que hoy es roca s�lida y de evidencias hist�ricas palmarias, son devastadoras: el hombre actual, pese a haber ganado en estatura respecto a �pocas pasadas, es el m�s enclenque y escuchimizado de todos los tiempos.
La velocidad
Bolt, cron�metro en mano, es capaz de alcanzar una veocidad punta de 45 kms/hora y una media de 37 kms/h. El antrop�logo, establecido en la universidad inglesa de Cambridge, ha analizado las huellas, hoy fosilizadas en el lecho de un r�o, de un grupo de cazadores abor�genes que vivieron en Australia hace unos 20.000 a�os. Seg�n se desprende de la profundidad y separaci�n de las mismas y del tipo de suelo, originalmente la orilla fangosa de un lago, aquellos hombres corr�an a 37 kms/h. McAllister considera que, con la tecnolog�a actual �piso de tart�n y zapatillas de clavos�, aquellos abor�genes superar�an holgadamente los 45 kms/hora. Es m�s: nada le hace creer que aquellos cazadores persegu�an fueran al m�ximo de sus posibilidades.
La altura
Ni siquiera hay que remontarse a los f�siles para desmitificar los legendarios 2,45 m. de Sotomayor. McAllister asegura en su libro que los hombres de algunas tribus del centro y este de �frica saltan m�s en sus ritos de iniciaci�n, y remite a unas fotograf�as tomadas por un antrop�logo alem�n de unos j�venes tutsi de Ruanda a principios del siglo XX en las que se aprecia c�mo saltan 2,52 metros.
No lo hac�a s�lo uno; lo hac�an todos porque era una manera de demostrar su hombr�a en un rito crucial en el que dejaban de ser ni�os para convertirse en hombres. Todos ellos llevaban saltando desde la infancia, conscientes de que deb�an superar esta prueba en su adolescencia tard�a.
La fuerza
McAllister vuelve a remontarnos a la Prehistoria para demostrar que los forzudos actuales no resistir�an en pie ante rivales de otros tiempos. Y en el libro enfrenta al hombre m�s fuerte de la actualidad con... una mujer. Una Neanderthal f�mina ten�a un 10% m�s de masa muscular que un var�n actual. Si a eso a�adimos que ten�a un antebrazo m�s corto y fornido, habr�a vencido sin problemas a cualquier luchador de nuestra �poca en t�rminos de fuerza bruta.
En el libro hay m�s ejemplos, todos vergonzantes para nuestra orgullo contempor�neo. Cuando estaban en campa�a, las legiones romanas cubr�an en cada jornada unos 60 kms. �el equivalente a una marat�n y media� cargados con m�s de la mitad de su peso corporal en equipamiento, los remeros de las naves griegas bat�an palas mucho m�s inc�modas y pesadas que las del mejor remero actual y los abor�genes australianos volv�an a dejar patentes sus capacidades atl�ticas enviando lanzas de madera dura a m�s de 110 metros de distancia (Jan Zelezny, plusmarquista mundial de jabalina, lleg� a un m�ximo de 98,48 m.).
�Por qu� este declive f�sico? La conclusi�n de McAllister es obvia: el sedentarismo y la buena vida. Antes ser robusto, r�pido y �gil era fundamental para la supervivencia; quien no lo era, no cazaba y se mor�a de hambre. Cuando el hombre se convirti� en agricultor primero y, sobre todo, tras el bienestar que comport� la revoluci�n industrial, otras capacidades sustituyeron al f�sico como prioridades, haciendo que se perdiera masa y fibras musculares de manera acelerada.
Publicado originalmente en Mundo Deportivo (Espa�a)