Las teor�as m�s extraordinarias dibujan un futuro de ciencia ficci�n, en el que podr�amos convertirnos en ciborgs, organismos cibern�ticos dotados de dispositivos mec�nicos para mejorar las limitadas capacidades biol�gicas con las que hemos nacido, e incluso hay quien apunta que acabaremos digitalizando nuestras conciencias para conseguir una inmortalidad cibern�tica.
El debate est� m�s de actualidad que nunca con motivo del segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin (1809-1882) y los 150 a�os de su obra m�s famosa, �El origen de las especies�, este �ltimo celebrado hace tan s�lo unos d�as. En su libro, el naturalista brit�nico esbozaba la entonces revolucionaria teor�a de la evoluci�n, una ley del m�s fuerte que quiz�s ya no funcione con nuestro extenso grupo humano. En la actualidad, el curso que tomar� el hombre est� m�s all� de la fortaleza y la habilidad para sobrevivir al medio. La tecnolog�a y el desarrollo de la medicina, el cambio clim�tico y la destrucci�n de los ecosistemas de la Tierra, la gigantesca migraci�n que hemos protagonizado como especie y quiz�s el m�s extraordinario viaje que nos espera, la conquista de otros planetas para convertirlos en hogares habitables, pueden influir en nuestra futura apariencia tanto como en nuestras vidas. Estas son las principales hip�tesis al respecto:
-La evoluci�n ya se ha detenido:
�Porque hemos evolucionado, es natural imaginar que lo continuaremos haciendo, pero creo que �sa es una idea err�nea�, afirma el antrop�logo Ian Tattersall, del Museo de Historia Natural de Nueva York, a la revista National Geographic. �Por lo que sabemos, las innovaciones gen�ticas se producen solamente en peque�as poblaciones aisladas�, a�ade el especialista. Por ejemplo, esto es lo que ocurri� con los famosos pinzones de Darwin en las Gal�pagos, que adquirieron caracter�sticas propias para ajustarse a la vida en la isla.
La selecci�n natural, a la manera del naturalista brit�nico, tiene lugar cuando una mutaci�n gen�tica -como una columna adecuada para caminar erguido- se transmite de generaci�n en generaci�n, porque supone alg�n beneficio para la especie. Finalmente, la mutaci�n se convierte en la norma. Para Tattersall es muy dif�cil que esto le ocurra al Homo sapiens, ya que poblamos pr�cticamente todo el planeta y disfrutamos de gran mestizaje y movilidad. �Tendremos que aprender a vivir tal y como somos�, concluye.
Esta idea est� respaldada por otro concepto importante en la teor�a de Darwin que ya no funciona de la misma forma. El m�s fuerte no encabeza necesariamente el cambio evolutivo, ya que, gracias a los avances m�dicos, los m�s d�biles, individuos que habr�an muerto sin remedio si s�lo dependieran de la selecci�n natural, tambi�n sobreviven y pueden transmitir sus genes. Al menos, en las sociedades occidentales.
-Mujeres m�s bajas y rellenitas:
Al contrario que sus colegas m�s negativos, otros cient�ficos creen que la evoluci�n humana est� lejos de haberse terminado. Una de las hip�tesis m�s interesantes fue publicada hace apenas unas semanas en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Seg�n el bi�logo evolutivo Stephen Stearns, de la Universidad de Yale, las mujeres del futuro ser�n m�s bajas (dos cent�metros menos), m�s rellenitas (dos kilos m�s) y m�s f�rtiles. Adem�s, tendr�n un coraz�n m�s sano que el de las mujeres actuales. Todo eso ya para el a�o 2409. No queda tanto.
El cient�fico pudo comprobar que las mujeres m�s bajas y de mayor corpulencia tend�an de forma inequ�voca a tener m�s descendencia que las dem�s, m�s altas y delgadas. De la misma forma, las mujeres con una menor presi�n sangu�nea y con �ndices de colesterol m�s bajos tambi�n ten�an m�s hijos que la media. Pero lo que termin� de convencerle es que todos esos rasgos pasaban a la siguiente generaci�n, de forma que tambi�n las hijas de esas mujeres ten�an m�s hijos que la media.
La conclusi�n es que los humanos actuales siguen evolucionando y que, en palabras de Stearns, �la selecci�n natural a�n est� en funcionamiento�. Por supuesto, los cambios evolutivos identificados por los investigadores ser�n lentos y graduales, como ocurre con el resto de las especies.
Otros cient�ficos afirman que la evoluci�n sigue actuando a partir de las distintas frecuencias de determinados genes seg�n la localizaci�n geogr�fica de los individuos estudiados. Y algunos atribuyen gran importancia a la selecci�n de la pareja sexual para garantizar hijos m�s sanos, una selecci�n a la que la tecnolog�a puede dar un giro, ya que permitir� obtener descendencia sin enfermedades, m�s fuerte y saludable y, por lo tanto, tambi�n m�s atractiva.
-Una inmortalidad electr�nica:
El movimiento conocido como transhumanismo que conf�a en las nuevas tecnolog�as para trascender al mundo biol�gico y mejorar las capacidades mentales y f�sicas del ser humano. Nick Bostrom, director del Instituto de Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford y uno de los principales te�ricos de esta tendencia, considera que el desarrollo de la clonaci�n, la rob�tica, la gen�tica, la inteligencia artificial y la nanotecnolog�a cambiar�n nuestro aspecto de una forma determinante. No es una evoluci�n natural, pero es una evoluci�n. El rango de posibilidades es ilimitado, desde una especie de ciborgs con piezas electr�nicas en el cuerpo que nos ayuden a superar nuestras limitaciones humanas hasta el desarrollo de una nueva generaci�n de super soldados o atletas, propuestas que aunque parezcan ins�litas no pueden despreciarse, ya que quiz�s el futuro nos plantee serios problemas morales que debemos estar preparados para afrontar.
Una de las ideas m�s extremas del transhumanismo es la inmortalidad electr�nica: que el cerebro de una persona pueda �escanearse� �tomo a �tomo para transferir sus pensamientos a un ordenador.
-Colonias fuera de este mundo:
En el futuro, la colonizaci�n de otros planetas puede dar lugar a una situaci�n ins�lita: cong�neres de la especie humana absolutamente aislados durante un prolongad�simo espacio de tiempo. �Podr�an producirse cambios evolutivos? El antrop�logo de la Universidad de Wisconsin-Madison John Hawks explica en National Geographic que para que una nueva especie humana vuelva a surgir ser�a necesario un panorama semejante. Sin embargo, a pesar de que poblaciones de lugares como Australia y Papua Nueva Guinea han permanecido parcialmente aisladas durante 30.000 a�os, no se produjeron cambios espectaculares.
Publicado originalmente en ABC (Espa�a)