Swaminathan Aybar es un notable economista hind� que ha sacado una cuenta muy inc�moda. Se le ocurri� medir el enorme precio que pag� la poblaci�n de la India por no haber hecho antes la reforma econ�mica que hoy mantiene en su pa�s un ritmo de crecimiento que excede el 7% anual, reduce vertiginosamente el porcentaje de pobres y mejora sustancialmente la calidad de vida de los m�s necesitados. Los n�meros son impresionantes: no haber hecho la reforma con antelaci�n provoc� la muerte de 14.5 millones de ni�os, mantuvo a 261 millones en el analfabetismo y a otros 109 por debajo de los l�mites de la pobreza. El estudio lo acaba de publicar el Cato Institute de Washington y se titula El socialismo mata.
Los latinoamericanos deber�an aprender de esta experiencia. No hacerlo, adem�s de un crimen, es una estupidez casi perfecta. El ejemplo es muy claro: en la India ha habido dos grandes modelos de desarrollo. Entre 1947 y 1981 se ensay� la f�rmula de la econom�a estatizada, dirigida por una enorme burocracia gubernamental, intensamente proteccionista, hostil a la empresa privada y a las inversiones extranjeras, convencida de las ventajas del desarrollo hacia dentro. El resultado de esa etapa socialista fue un crecimiento anual promedio de 3.5 que, cuando se descontaba el aumento de la poblaci�n, quedaba reducido al 1.49.
Mientras los hind�es segu�an esa senda socialista, tan parecida a los ensayos latinoamericanos, desde el peronismo hasta el chavismo, otros pueblos asi�ticos --primero Taiwan, Corea del Sur, Hong-Kong, Singapur, luego Tailandia, Malasia e Indonesia-- tomaron el camino contrario: abrieron sus econom�as, alejaron al gobierno del aparato productivo y fomentaron la iniciativa privada. En otras palabras, liberalizaron decididamente sus econom�as. Al cabo de apenas una generaci�n, los resultados que exhib�an eran pasmosos: disminuci�n dr�stica de la miseria y la ignorancia, mejora en todos los �ndices de desarrollo humano y surgimiento de unos robustos sectores sociales medios.
Presionados por esa inocultable realidad, los hind�es hicieron su reforma y abandonaron las fallidas supersticiones del socialismo, primero tibiamente, y luego con mayor �mpetu comenzada la d�cada de 1990, hasta llegar a convertirse hoy en un actor de primer rango internacional que compite en precio y calidad con la China, a la que comienza a disputarle la condici�n de gran f�brica del mundo. (No olvido la sorpresa de unos amigos que necesitaban contratar un servicio de ventas telef�nicas en Am�rica Latina y acabaron pactando con la sucursal de una compa��a hind� radicada en Cochabamba, Bolivia.)
Es importante que los economistas latinoamericanos saquen la cuenta de cu�nto nos cuestan los experimentos socialistas en sangre, sudor y l�grimas. Cu�nto han pagado y pagan los argentinos por los tercos experimentos del peronismo. Cu�l fue la inmensa factura pagada por la sociedad peruana durante la locura de Velasco Alvarado, la nicarag�ense con el sandinismo o Cuba con su medio siglo de estalinismo.
a medici�n pod�a hacerse a partir de la experiencia chilena: �qu� hubiera pasado en toda Am�rica Latina si los pueblos de nuestra cultura hubieran hecho una reforma econ�mica como la llevada a cabo por los chilenos, iniciada durante la dictadura de Pinochet, pero sabiamente mantenida por los gobiernos de la democracia? En 1959, por ejemplo, Cuba ten�a un tercio m�s de ingreso per c�pita que Chile y m�s o menos la misma poblaci�n. Hoy Chile triplica el ingreso de los cubanos, su poblaci�n es un treinta por ciento mayor, y el pa�s sudamericano se ha convertido en la secreta meta y destino de miles de cubanos que han conseguido instalarse all�, incluidos unos cuantos hijos de la clase dirigente convencidos de que el barco de los hermanos Castro se va a pique a corto o medio plazo.
�Somos capaces los latinoamericanos de aprender en cabeza ajena? Con algunas dificultades, parece que s�. Per�, por ejemplo, es hoy el pa�s que m�s crece en el continente, y eso se debe a que, de manera creciente, los �ltimos tres gobiernos peruanos han tenido el sentido com�n de inspirarse en el vecino Chile y abandonar paulatinamente las viejas pr�cticas del socialismo estatista. Eso significa menos pobreza y mejores est�ndares de vida para la inmensa mayor�a de la sociedad. Sin embargo, lamentablemente, la racionalidad sigue siendo un bien escaso en nuestro mundo. Mientras los peruanos, como los chilenos, se mueven en la direcci�n que dicta la experiencia, Hugo Ch�vez y sus c�mplices del socialismo del siglo XXI reinciden en el disparate. Insisten en hacerles da�o a sus conciudadanos, convencidos de que los gu�an en la direcci�n de la gloria. No se han enterado de que el socialismo mata.
Publicado originalmente en El Independent