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El tono del debate p�blico en torno al cambio clim�tico ha cambiado claramente desde que se sac� a la luz la correspondencia electr�nica entre cient�ficos almacenada en la Climate Research Unit (CRU) de la Universidad de East Anglia. Varios comunicantes son luminarias de la climatolog�a, en cuyos estudios se basan buena parte de las conclusiones com�nmente aceptadas acerca del calentamiento de la Tierra, su origen humano y sus consecuencias futuras. Pero en algunos mensajes aparentaban ocultar datos desfavorables y apa�ar c�lculos para no dar munici�n al �enemigo�, los �climaesc�pticos�, descritos a veces en t�rminos poco corteses.

Antes, los especialistas partidarios de la tesis de que el clima est� cambiando por efecto de la actividad humana �y por tanto es necesario consumir menos combustibles f�siles� ten�an todo el cr�dito, excepto de una minor�a recalcitrante. Ahora, levantada la veda con el robo y difusi�n de los mensajes (operaci�n en s� misma inmoral), se los ha bajado del pedestal y puesto bajo sospecha.

Acusaciones

A Rajendra Pachauri, presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Clim�tico (IPCC), se le acaba de acusar de conflicto de intereses por su trabajo de asesor para empresas relacionadas con la energ�a. �l mismo no recibe pago, pero s� el Energy and Resources Institute que fund� y preside, y del que recibe un salario (su cargo en el IPCC no es remunerado). En su defensa, Pachauri alega que su cometido en el IPCC le exige difundir en el sector los estudios del Panel. Sus cr�ticos sostienen que deber�a tener dedicaci�n exclusiva y retribuci�n a cargo de la ONU.

Tambi�n se han denunciado dos falsedades en el �ltimo informe del IPCC, Climate Change 2007 (publicado en 2008). Una es haberse apoyado en un estudio que apreciaba un aumento de las p�rdidas econ�micas a causa de fen�menos meteorol�gicos extremos; pero eso era una conclusi�n preliminar, que despu�s los autores no han mantenido. Otra es haber suscrito una predicci�n, tomada de una fuente no acad�mica, de que los glaciares del Himalaya habr�n desaparecido en 2035. El IPCC ha reconocido un error suyo en el segundo caso, pero en cuanto al primero replica que el informe no dice lo que se le atribuye.

Es curioso que esas revelaciones en torno al IPCC hayan aparecido ahora y una tras otra en menos de un mes, pues ninguna se refiere a asuntos recientes. Pachandra est� al frente del IPCC desde el principio (2002), y cuando fue nombrado llevaba veinte a�os trabajando en su instituto. El libro donde se ha encontrado la rectificaci�n de los c�lculos de p�rdidas econ�micas est� en el mercado desde hace m�s de un a�o. El error sobre el Himalaya fue detectado por Georg Kaser, un glaci�logo de Innsbruck, antes de que se publicase el informe del IPCC; pero sus advertencias no fueron escuchadas porque no las mand� por el cauce previsto. Por un lado, las sospechas han llevado a algunos a hurgar en busca de trapos sucios; por otro, parece como si antes del caso del e-mail en la CRU nadie se molestara en hacer comprobaciones.

Ya no es as�. La Universidad de East Anglia ha emprendido una investigaci�n para determinar si realmente los documentos extra�dos revelan tergiversaciones u otras malas pr�cticas, y ha encargado a la Royal Society una revisi�n independiente de los trabajos publicados por los miembros de la CRU. Otro de los principales implicados en el mismo caso, el norteamericano Michael Mann, ha sido investigado y absuelto de manipulaci�n y ocultamiento de informaci�n por un comit� de �tica de su universidad, la Estatal de Pensilvania, aunque un segundo comit� lo examinar� por otro cargo menor: si por actuaci�n imprudente ha causado desprestigio a la ciencia del cambio clim�tico.

Cambio clim�tico en la opini�n p�blica

De todas formas, como varios cient�ficos han dicho contra las acusaciones de los esc�pticos, ni los pocos errores comprobados ni las faltas de �tica denunciadas, si en verdad ha habido alguna, invalidan el consenso mayoritario de los especialistas sobre el cambio clim�tico, sus causas y sus previsibles consecuencias, recogido en el informe del IPCC. En el plano cient�fico, todo sigue igual.

Lo que ha cambiado es el clima. Parece haber en todo esto una especie de venganza de los esc�pticos, pero tambi�n es otra la disposici�n del p�blico, que antes no les sol�a conceder tanto cr�dito. Seg�n una encuesta de Populus publicada el 7 de febrero, tras el affaire East Anglia los electores brit�nicos de acuerdo con la tesis de que se est� produciendo un cambio clim�tico causado por la actividad humana han pasado del 41% al 26% ; los que no creen en el cambio clim�tico casi los igualan ya, pues han subido del 15% al 25% .

Sin embargo, no ha influido solo la difusi�n de los mensajes robados de East Anglia. Un mes antes, un sondeo del Pew Reasearch Center en Estados Unidos mostraba la siguiente evoluci�n de las opiniones de la gente sobre el cambio clim�tico entre abril de 2008 y octubre de 2009: la convicci�n de que hay pruebas firmes del calentamiento de la Tierra, baj� del 71% al 57% ; la de que las temperaturas suben por causas humanas, del 47% al 36% .

En el Eurobar�metro publicado en septiembre �ltimo, los ciudadanos de la UE para quienes el cambio clim�tico era el problema mundial m�s grave hab�an bajado al 50% desde el 62% un a�o antes. En Australia, una encuesta del Lowy Institute revel� en julio que los electores dispuestos a aceptar �costes significativos� para frenar el cambio clim�tico, que en 2006 eran el 68% , ya no pasan del 48% .

La crisis econ�mica pesa en este cambio de perspectiva. Pero probablemente se da tambi�n una reacci�n contra el prolongado martilleo a que ha sido sometida la opini�n p�blica con afirmaciones contundentes sobre el cambio clim�tico, predicciones apocal�pticas sobre sus consecuencias y recetas maximalistas para detenerlo. Desde 2050 habr� 365.000 muertes adicionales al a�o por efecto del calor, public� el IPCC; en el siglo XXI, el nivel de los mares subir� 6,1 metros, advert�a Al Gore. Ha sido un continuo alud de n�meros redondos y juicios sumarios, mientras las cautelas y los matices quedaban sepultados en la letra peque�a de informes y estudios, no fueran a servir de gasolina a los esc�pticos o debilitar la adhesi�n del pueblo sencillo a la causa. As�, al que no suscrib�a las certezas proclamadas se lleg� a equipararlo con los negadores del Holocausto.

Retorno de la modestia

Ahora, en cambio, se empieza a o�r que la ciencia no es infalible, que proponer y descartar hip�tesis es lo normal en ella, con una modestia popperiana que antes no era tan com�n en esta materia. En un art�culo para El Pa�s, el especialista espa�ol Cayetano L�pez (Centro de Investigaciones Energ�ticas, Medioambientales y Tecnol�gicas), subraya que los datos comprobados sobre el cambio clim�tico (evoluci�n de la temperatura, de la concentraci�n de CO2, de los ciclos vegetativos de las plantas, de los glaciares...) siguen en pie.

En cambio, a�ade, �las predicciones sobre el tiempo en que se alcanzar� tal o cual temperatura, o en que se derretir� tal o cual masa de hielo, o en las inundaciones o sequ�as en tal o cual regi�n, son discutibles y est�n sujetas a la incertidumbre propia de un sistema tan complejo como el clima�. Por tanto, �se equivocan quienes insisten sobre predicciones concretas a 50 � 100 a�os vista, seguramente para enfatizar los peligros potenciales del cambio clim�tico, porque no es probable que sean precisas�.

Como ese �nfasis ha sido tan frecuente, hoy, cuando la gente ha descubierto que el rey est� desnudo, el riesgo es que atribuya tambi�n a las observaciones la incertidumbre que tienen las predicciones. En este invierno boreal, m�s crudo de lo acostumbrado, los esc�pticos blanden el fr�o y la copiosa nieve contra el cambio clim�tico. Los cient�ficos replican que ni un invierno glacial ni un verano t�rrido demuestran nada, ni a favor ni en contra, del cambio clim�tico, que es una tendencia de decenios o m�s bien siglos.

As� es. Pero en Una verdad inc�moda, Al Gore aduce la extraordinaria ola de calor en Europa en el verano de 2003 como muestra de que la Tierra se calienta, y �cu�ntos se adelantaron a desmentirle, fuera de los esc�pticos? Como en el cuento de Pedro y el lobo, los que durante a�os no quisieron suministrar matices a la opini�n p�blica son los menos indicados para hacerla hilar fino a partir de ahora.

La actual ola de escepticismo puede ser una buena correcci�n de las exageraciones pasadas, si no lleva a caer en las contrarias. Hace falta convertir la venganza de los esc�pticos en el triunfo de la mesura.

Publicado originalmente en COPE (Espa�a)