Los gobiernos quer�an la inflaci�n y la expansi�n del cr�dito, quer�an booms y dinero f�cil. Esos estadounidenses que tuvieron �xito dos veces en evitar un banco central sab�an de los peligros de esas instituciones: es una pena que no comprendieran que los males contra los que luchaban estaban presentes en cualquier tipo de interferencia gubernamental en la banca. Hoy ni los estatistas m�s recalcitrantes pueden negar que los supuestos males de la banca libre son peque�os en comparaci�n con los efectos desastrosos de las tremendas inflaciones que han ocasionado los bancos privilegiados y controlados por el gobierno.
Es un cuento que los gobiernos interfieran con la banca con el fin de restringir la emisi�n de medios fiduciarios y evitar la expansi�n crediticia. La idea que han seguido los gobiernos es, por el contrario, el deseo de inflaci�n y expansi�n del cr�dito. Han privilegiado a los bancos porque quer�an ensanchar los l�mites fijados a la expansi�n del cr�dito por las condiciones prevalentes en el mercado no intervenido o porque ten�an ganas de abrir una fuente de ingresos para el tesoro. En la mayor�a de los casos, ambas consideraciones movieron a las autoridades. Estaban convencidas de que los medios fiduciarios son medios eficientes de rebajar los tipos de inter�s y pidieron a los bancos que expandieran el cr�dito en beneficio tanto de los negocios como del tesoro. S�lo cuando se hicieron visibles los efectos no deseados de la expansi�n del cr�dito se dictaron leyes para restringir la emisi�n de billetes (y a veces tambi�n de dep�sitos) no cubiertos en especie. Nunca se ha considerado seriamente el establecimiento de una banca libre, pues hubiera sido demasiado eficiente al restringir la expansi�n del cr�dito. Gobernantes, escritores y p�blico un�nimemente creyeron que los negocios ten�an derecho a reclamar una cantidad �normal� y �necesaria� de cr�dito circulante y que esta cantidad no pod�a obtenerse bajo una banca libre.
(La noci�n de una expansi�n �normal� del cr�dito es absurda. La emisi�n de medios fiduciarios adicionales, no importa su cantidad, siempre pone en movimiento esos cambios en la estructura de precios cuya descripci�n es tarea de la teor�a del ciclo econ�mico. Por supuesto, si la cantidad adicional no es grande, tampoco los son los efectos inevitables de la expansi�n).
Muchos gobiernos nunca han considerado la emisi�n de medios fiduciarios desde un punto de vista distinto de sus preocupaciones fiscales. A sus ojos, la principal tarea de los bancos era prestar dinero al tesoro. Los sustitutivos del dinero eran indicativos para el papel moneda emitido por el gobierno. El billete convertible fue solamente un primer paso en el camino hacia el billete no redimible. Con el progreso de la estadolatr�a y la pol�tica de intervencionismo, estas ideas se han generalizado y ya no son cuestionadas por nadie. Ning�n gobierno desea hoy d�a considerar un programa de banca libre, porque ning�n gobierno quiere renunciar a lo que considera una c�moda fuente de ingresos. Lo que hoy se llaman preparativos de guerra financiera es simplemente la capacidad de procurarse mediante bancos privilegiados y controlados por el gobierno todo el dinero que una naci�n en guerra pueda necesitar. El inflacionismo radical, aunque no admitido expl�citamente, es una caracter�stica esencial de la ideolog�a econ�mica de nuestro tiempo.
Pero incluso cuando el liberalismo goz� de su mayor prestigio y los gobiernos estaban m�s dispuestos a preservar la paz y el bienestar que a fomentar la guerra, la muerte, la destrucci�n y la miseria, la gente era parcial con los problemas de la banca. Fuera de los pa�ses anglosajones, la opini�n p�blica estaba convencida de que una de las principales tareas del buen gobierno es bajar los tipos de inter�s y que la expansi�n crediticia es el medio apropiado para lograr este fin.
Gran Breta�a estuvo libre de estos errores cuando en 1844 reform� sus leyes bancarias. Pero los dos defectos de la Currency School viciaron esta famosa norma. Por un lado, se preservaba el sistema de interferencia del gobierno en la banca. Por otro, los l�mites se pusieron s�lo en la emisi�n de billetes no cubiertos en especie. Los medios fiduciarios s�lo se suprimieron en su forma de billetes. Pod�an prosperar como dep�sitos.
Desarrollando la idea impl�cita en la teor�a monetaria hasta su conclusi�n l�gica, podr�a sugerir que todos se vean forzados legalmente a mantener una reserva monetaria del 100% por la cantidad total de sustitutivos del dinero (billetes y dep�sitos a la vista). Es la base del plan del 100% del Profesor Irving Fisher. Pero el Profesor Fisher combinaba su plan con sus propuestas referidas a la adopci�n de un patr�n num�rico indexado. Se ha apuntado ya por qu� un plan as� es ilusorio y equivalente a una abierta aprobaci�n del poder del gobierno de manipular el poder adquisitivo de acuerdo con los deseos de los grupos de presi�n poderosos. Pero incluso si el plan de reserva del 100% se adoptara bas�ndose en un patr�n oro no alterado, no eliminar�a completamente los inconvenientes que supone cualquier clase de interferencia del gobierno en la banca. Lo que hace falta para prevenir cualquier expansi�n adicional del cr�dito es poner al negocio bancario bajo las reglas generales de las leyes mercantiles y civiles obligando a cada persona y empresa a cumplir todas sus obligaciones tal y como se especifican en los contratos. Si los bancos se mantienen como establecimientos privilegiados sujetos a provisiones legislativas especiales, se mantiene la herramienta que los gobiernos pueden usar para fines fiscales. Por tanto, cualquier restricci�n impuesta a la emisi�n de medios fiduciarios depende de las buenas intenciones del gobierno y el parlamento. Pueden limitar la emisi�n a periodos que puedan calificarse como normales. Esta restricci�n se eliminar�a siempre que un gobierno estime que una emergencia la obliga a recurrir a medidas extraordinarias. Si una administraci�n y el partido que la apoya quieren aumentar el gasto sin comprometer su popularidad mediante la imposici�n de impuestos m�s altos, siempre estar� lista para calificar de emergencia a su impasse. El recurso a la imprenta y a la obsequiosidad de los gestores bancarios, deseosos de agradecer a las autoridades reguladoras de su gesti�n de asuntos, es el principal medio de los gobiernos deseosos de gastar dinero para fines para los que los contribuyentes no est�n dispuestos a pagar impuestos m�s altos.
La banca libre no es el �nico m�todo disponible para evitar los peligros inherentes a la expansi�n crediticia. Es verdad que no entorpecer�a una lenta expansi�n crediticia, mantenida en l�mites muy estrechos, por parte de bancos cautelosos que ofrezcan al p�blico toda la informaci�n necesaria sobre su situaci�n financiera. Pero bajo la banca libre habr�a sido imposible que la expansi�n crediticia con todas sus consecuencias inevitables se hubiera desarrollado como una caracter�stica habitual (estoy tentado de escribir normal) del sistema econ�mico. S�lo una banca libre habr�a mantenido segura la econom�a de mercado frente a crisis y depresiones.
Mirando atr�s en la historia de los �ltimos cien a�os, no puedo dejar de apreciar que los errores de bulto cometidos por el liberalismo a gestionar los problemas de la banca fue un golpe mortal para la libre empresa en el sector bancario. La mayor�a de los pol�ticos liberal simplemente se rindieron a la hostilidad popular contra los prestamistas y la usura. No se dieron cuenta de que el tipo de inter�s es un fen�meno de mercado que no puede manipularse ad libitum por las autoridades o por otras instituciones. Adoptaron la superstici�n de que bajar los tipos de inter�s es beneficioso y de que la expansi�n del cr�dito es el m�todo correcto para obtener ese dinero barato. Nada da�o m�s a la causa del liberalismo que la casi regular vuelta a booms febriles y dram�ticos derrumbes de los mercados bajistas seguidos de prolongadas depresiones. La opini�n p�blica se ha convencido de que esos hechos son inevitables en una econom�a de mercado sin trabas. La gente no entend�a que lo que lamentaba era el resultado inevitable de las pol�ticas dirigidas hacia una rebaja de los tipos de inter�s mediante la expansi�n del cr�dito. Tenazmente mantuvieron estas pol�ticas e intentaron en vano luchas contra sus consecuencias indeseadas con m�s y m�s interferencia gubernamental.
Ludwig von Mises es reconocido como el l�der de la Escuela Austriaca de pensamiento econ�mico, prodigioso autor de teor�as econ�micas y un escritor prol�fico. Los escritos y lecciones de Mises abarcan teor�a econ�mica, historia, epistemolog�a, gobierno y filosof�a pol�tica. Sus contribuciones a la teor�a econ�mica incluyen importantes aclaraciones a la teor�a cuantitativa del dinero, la teor�a del ciclo econ�mico, la integraci�n de la teor�a monetaria con la teor�a econ�mica general y la demostraci�n de que el socialismo debe fracasar porque no puede resolver el problema del c�lculo econ�mico. Mises fue el primer estudioso en reconocer que la econom�a es parte de una ciencia superior sobre la acci�n humana, ciencia a la que llam� �praxeolog�a�.
Traducido del ingl�s. El art�culo original se encuentra aqu�:
http://mises.org/daily/3995.
[Extra�do del cap�tulo 17 de
La acci�n humana]
Publicado originalmente en Mises Daily en Espa�ol
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