Un ejemplo es la capa de di�xido de azufre a gran altitud descubierta recientemente por la sonda Venus Express de la Agencia Espacial Europea (ESA). Por fin se ha logrado desentra�ar los misterios que rodean a esta espesa capa de nubes y los resultados de la investigaci�n que lo ha hecho posible se han publicado en la revista Nature Geoscience.
Venus posee una elevada temperatura y est� envuelto en una capa densa de nubes �cidas que se mueven a gran velocidad e impiden observar su superficie. Estas nubes devuelven al espacio cerca del 80% de la luz que reciben del Sol. Este fen�meno explica el albedo (el porcentaje de luz solar que refleja una superficie) tan elevado que posee Venus, que hace posible su observaci�n a simple vista desde la Tierra y que durante mucho tiempo se considerara una estrella y no un planeta.
La gruesa capa de nubes de Venus se forma a 50 km de la superficie del planeta al combinarse di�xido de azufre emanado por sus volcanes con agua para formar �cido sulf�rico, una de las sustancias naturales m�s corrosivas. Cualquier resto de di�xido de azufre a m�s de 70 km de altitud es destruido r�pidamente por la intensa radiaci�n solar. Pero esta circunstancia no explica la existencia de di�xido de azufre a 90 km de la superficie ni su procedencia.
Las simulaciones realizadas por Xi Zhang, del Instituto Tecnol�gico de California (Estados Unidos), y por sus colegas de Francia, Taiw�n y Estados Unidos mostraron que algunas got�culas de �cido sulf�rico se desplazan desde el interior de la atm�sfera hasta las nubes superiores del planeta. A gran altitud algunas de estas got�culas se evaporan liberando �cido sulf�rico gaseoso que se disocia por efecto de la radiaci�n solar, liberando nuevamente gas de di�xido de azufre.
�No esper�bamos hallar esta capa de sulfuros a gran altitud, pero ahora somos capaces de darle una explicaci�n�, explica H�kan Svedhem, cient�fico del proyecto Venus Express de la ESA. �Ahora estos descubrimientos indican que el ciclo atmosf�rico del azufre es mucho m�s complicado de lo que se cre�a.�
La importancia de este mecanismo para la Tierra es considerable si se tiene en cuenta la propuesta de mitigar el cambio clim�tico terrestre mediante la inyecci�n de got�culas de azufre. Concretamente el nobel de qu�mica Paul Crutzen del Instituto Max Planck se ha manifestado a favor de inyectar grandes cantidades de di�xido de azufre en la atm�sfera terrestre, a unos 20 km de altitud para contrarrestar el calentamiento global producido por las emisiones de di�xido de carbono.
Cient�ficos de primer orden sugieren que si el Sol llega a calentar la Tierra demasiado es posible que haya que �echar las cortinas�, por ejemplo mediante una capa de contaminaci�n arrojada intencionadamente a la atm�sfera para enfriar el planeta. La propuesta del Dr. Crutzen se basa en la erupci�n del Monte Pinatubo (Filipinas).
Dicho evento volc�nico introdujo en 1991 una gran cantidad de part�culas de azufre en la estratosfera. El aumento en la reflexi�n de la radiaci�n solar al espacio provocado por estos compuestos redujo la temperatura en la superficie del planeta en unos 0,5�C durante el a�o que sigui� a la erupci�n.
Sin embargo, los descubrimientos del Dr. Zhang advierten con claridad de la necesidad de obtener m�s datos sobre el ciclo del azufre antes de considerar siquiera su empleo en favor de los objetivos clim�ticos. As� pues, una profundizaci�n de los estudios sobre Venus permitir�a aplicar los conocimientos obtenidos a la Tierra, sobre todo en lo relativo al efecto a largo plazo de un experimento de semejante envergadura en el clima terrestre.
�Debemos estudiar en detalle las consecuencias potenciales de una capa artificial de azufre en la atm�sfera terrestre�, comenta Jean-Loup Bertaux de la Universidad de Versailles-Saint-Quentin, (Francia) e investigador principal del sensor SPICAV (�Espectroscop�a para la investigaci�n de las caracter�sticas de la atm�sfera de Venus�) a bordo de Venus Express. �Venus presenta una enorme capa de este tipo de got�culas en su atm�sfera, por lo que todo lo que aprendamos sobre nuestro planeta vecino podr�a servir para orientar medidas de geoingenier�a en nuestro planeta.�
Noticia publicada en Cordis