Uno de los autores del estudio, publicado en "Proceedings of the National Academy of Sciences", Zach Lippman, ha explicado que se ha observado que un retraso en el reloj de maduraci�n produce m�s ramas con inflorescencias, lo que a su vez se traduce en m�s flores y, en definitiva, en m�s frutas.
El nuevo estudio involucr� una comparaci�n de alta resoluci�n a nivel del genoma de poblaciones de c�lulas madre de tres variedades de tomate, cada una con diferentes arquitecturas de ramificaci�n.
Cuando una planta est� lista para florecer, las poblaciones de c�lulas madre, llamadas meristemas apicales, dejan de producir hojas y comienzan a producir flores mediante su transformaci�n en meristemas de inflorescencia. Dependiendo de la variedad del tomate, los meristemas de inflorescencia pueden producir s�lo una rama con unas pocas flores dispuestas en zig-zag (patr�n com�n), o varias ramas con docenas de flores, como ocurre en las plantas silvestres del tomate, nativas de Am�rica del Sur.
Aunque la mayor�a de las variedades domesticadas, cultivadas para producir fruto comestible, producen una sola rama de inflorescencia con unas pocas flores, algunas variedades producen decenas de ramas con cientos de flores. "Aunque se podr�a pensar que toda esta ramificaci�n es buena, una ramificaci�n excesiva no es un rasgo deseable, ya que la planta gasta tanta energ�a desarrollando flores en las ramas que acaba por no tener recursos para producir frutos", ha explicado Lippman, quien ha a�adido que, "es necesario que haya un equilibrio".
En este sentido, estudios anteriores han planteado que la extrema ramificaci�n puede ser el resultado de una pausa o un retraso en la maduraci�n de los meristemas de inflorescencia, haciendo que broten ramas extra en lugar de poner fin a su crecimiento.
"Estos trabajos anteriores y el que se acaba de elaborar, hacen alusi�n a la existencia de un temporizador o un reloj", ha afirmado Lippman. Adem�s, ha indicado que "en este estudio se quer�a definir este reloj en la resoluci�n m�s alta, seg�n los genes que modulan el ritmo de maduraci�n de los meristemas, para encontrar los genes que definen el reloj".
Utilizando un enfoque de la biolog�a de sistemas y tecnolog�a de nueva generaci�n de secuenciaci�n para capturar el transcriptoma -la actividad de todos los genes en el genoma- de las c�lulas madre en cinco diferentes etapas de maduraci�n, el equipo identific� cerca de 4.000 genes que representan el reloj. Con la ayuda del bi�logo computacional Michael Schatz, el equipo, que incluye a los investigadores Soon-ju Park y Ke Jiang, compar� los relojes de una variedad mutante sometida a extrema ramificaci�n con un pariente silvestre del Per� de ramificaci�n modesta.
Este an�lisis revel� que las diferencias sutiles en la actividad de los genes del reloj podr�an alterar la arquitectura de ramificaci�n. Seg�n Lippman, los datos muestran que los parientes silvestres del tomate han evolucionado para retrasar ligeramente la maduraci�n, lo que conduce a que desarrollen tan s�lo unas pocas ramas m�s, y dupliquen el n�mero de flores y frutos en comparaci�n con lo que normalmente se encuentra en los tomates cultivados.
Noticia publicada en Europa Press (Espa�a)