Una investigación realizada en la Universidad de Harvard arrojó que hay una hormona natural que se estimula cuando hacemos actividad física y que participa en el proceso de quemar calorías. Ahora, las expectativas se centran en desarrollar un fármaco que ayude a controlar la obesidad y la diabetes tipo 2.
Un equipo dirigido por Bruce Spiegelman halló la respuesta al interrogante de cómo es el proceso por el cual los ejercicios contribuyen al control del peso.
Si bien se sabe que la actividad física reporta beneficios para la salud y que el mayor gasto de energía lo consumen los músculos, el descubrimiento, publicado en enero en la revista Nature, agrega un plus: poner el cuerpo en movimiento genera la hormona irisina, que transforma la grasa blanca ("mala") en grasa parda ("buena"), cuya función es quemar calorías.
Así, el grupo dirigido por Spiegelman, descubrió la conexión entre la actividad de los músculos con el tejido adiposo marrón.
"Lo interesante es que se podría llegar a aumentar la grasa parda en el adulto y así ayudar a bajar de peso, o al menos no seguir aumentando kilos", opina Rubén Salcedo, especialista en Obesidad y director médico del Sanatorio Diquecito.
Perspectivas. El organismo recepta muchos de los beneficios de la actividad física a través de una proteína llamada PGC1-alfa. Esta proteína "desencadena que de la célula muscular se libere una hormona denominada irisina, la que hace que la grasa blanca se transforme en grasa parda y, de esa manera, se aumente el gasto de calorías para así favorecer la producción de calor. Esto ocasiona que al cuerpo le quede menos energía para ahorrar en forma de grasa blanca", explica el obesólogo.
No se espera que sea una solución mágica, sino una aliada para el control del peso. "Aunque se llegue a comercializar en algún momento, no debería dejarse de lado la práctica de la actividad física, ya que no sólo brinda beneficios para bajar de peso sino que genera bienestar psíquico, mejora la función cardiovascular y el sistema osteoarticular", señala Cyntia Ziperovich, endocrinóloga con posgrado en Obesidad en la Universidad Favaloro. "Esta hormona bien utilizada sería muy útil -remarca-, pero no debemos olvidar que los pacientes obesos no sólo deben cambiar su cuerpo sino su mentalidad para no volver a subir de peso".
La hormona debe su nombre a la diosa griega Iris, que en La Ilíada , de Homero, es la mensajera de los dioses y en el contexto de la salud, se espera que traiga buenas noticias para evitar engordar.
Hasta ahora, se ha probado la hormona irisina en ratones y seguramente pasarán varios años para que se apruebe su aplicación en personas. "Podría ser administrada de manera inyectable en forma de un polipéptido (fracción de una proteína) -prevé Salcedo- para inducir el efecto de generar grasa parda a partir de la grasa blanca que está debajo de la piel teniendo un efecto antiobesidad y en especial antidiabético, ya que los obesos con antecedentes familiares de diabetes son grandes candidatos a desarrollar prediabetes o insulinorresistencia y luego diabetes".
Noticia publicada en La Voz (Argentina)