La voluntad es una capacidad que, entre otras cosas, nos diferencia de los animales, es la fuerza que nos mueve para levantarnos cuando nos sentimos abatidos, es el impulso por el cual, de manera intencionada, realizamos cada acto de nuestras vidas. Nos ayuda a superar dificultades y nos empuja a alcanzar nuestras metas y sueños. La voluntad es la facultad de decidir la propia conducta. Implica, en general, un esfuerzo y un logro como recompensa.
La voluntad está relacionada con el deseo y las elecciones, por lo tanto, con el libre albedrío. Es prima hermana de los sentimientos, de las emociones, y madre de la acción. Pero también puede ser impuesta, puede ser producto de un mandato. La voluntad, por alcance, ha motivado todo tipo de debates filosóficos.
La voluntad, cuando nos sentimos motivados, aparece de manera simple y espontánea. Pero tenemos que apelar a ella, llamarla a veces a los gritos, cuando necesitamos de un esfuerzo o refuerzo para realizar actos a pesar de la motivación. Otras veces iniciamos algo con mucha voluntad, pero esta fuerza y entusiasmo van desapareciendo, tanto que ya no queremos más. Este decaimiento en a motivación inicial podría estar emparentado con la autoestima, ya que creemos que no somos capaces de lograr algo.
En estos casos, es importante ser sinceros con nosotros mismos. Admitir que algo nos cuesta sin poner excusas, perder el miedo a las dificultades y soñar con haber alcanzado la meta propuesta. No hay mayor motivador que los sueños, las ilusiones concretas siendo conscientes de los riesgos, las aspiraciones personales. La falta de voluntad se muestra en las eternas postergaciones, en priorizar siempre otras cosas: el lunes empiezo y ese lunes no llega nunca. Es cierto también que en los seres humanos existen ciclos, flujos, y la voluntad no escapa a esto. Más allá de las motivaciones, habrá días en los que estemos más voluntariosos y otros menos, y debemos darnos ese permiso.
Pero, quien logra ponerse en movimiento y activar su voluntad, dejó su comodidad de lado, o sus quejas que le sirven de sillón en el cual recostarse para justificar su inacción. La voz interior es importante, es la primera voz que escuchamos, es la que nos dice "no puedo" o es la que alienta a avanzar.
Dicen los especialistas que la voluntad puede educarse. Una manera es crear hábitos que ayuden para evitar dispersiones. Hacer un cuadro de prioridades, organizar las obligaciones para poder disfrutar de un rato de tiempo libre para recargar energías y no terminar tan agotados que no nos quede ni voluntad. Es conveniente no saturar nuestra fuerza de voluntad para sostenerla en el tiempo, es decir, que es mejor dedicarse a una meta que ponerse varias que requieran mucho autocontrol y nos agoten. En la revista Social Psychological and Personality Science, Kurt Gray de la Universidad de Harvard, dio a conocer los resultados de su investigación: realizar una buena acción, e incluso sólo imaginarnos ayudando a otros, aumenta nuestra fuerza de voluntad y nuestra resistencia física.
Noticia publicada en El Popular (Argentina)