En el año 2008, Chris Pollock perdió las dos manos en un accidente mientras manipulaba su tractor. Cuatro años después puede agarrar cosas y ha recuperado parte del tacto gracias a un pionero trasplante de manos realizado en el hospital de Pittsburgh (Pennsylvania, EEUU). "Al principio no sientes nada, tienes que adivinarlo todo", aseguraba Pollock al programa Good Morning America, "pero ahora coges cosas sin darte cuenta de que lo estás haciendo".
El éxito de este tipo de operaciones llevó a un grupo de científicos del mismo hospital a interesarse por el proceso de reconexión neuronal que se produce tras el trasplante de un miembro. El equipo del doctor Anto Bagic, en colaboración con el grupo de Fernando Maestu en el Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid, ha analizado durante un año la evolución de dos sujetos que recibieron un trasplante de manos y ha descubierto el proceso por el cuál se recupera la conexión neuronal con los nuevos miembros.
El primer paciente, Chris Pollock, de 41 años, fue objeto de un doble trasplante: un brazo a la altura del codo y una mano. El segundo es Joshua Maloney, un ex marine de 24 años que perdió una mano en la invasión de Iraq de 2003 cuando un compañero activó por error una carga explosiva. Tras una operación de 11 horas, el doctor Andrew Lee le implantó la mano de un donante en una de las primeras intervenciones de este tipo en EEUU.
Un proceso de un año"Hemos medido el tiempo de reacción del cerebro a distintos estímulos de presión y contacto en dos grupos de personas, el primero con manos propias y el segundo con manos trasplantadas", explica Bagic a lainformacion.com. "La señal, que es mucho más lenta en los miembros trasplantados, mejora sensiblemente con el tiempo y se aproxima a la de los sujetos sanos al cabo de un año". Con ayuda del equipo español, los investigadores han medido también la reorganización a nivel cerebral de las señales y han descubierto el proceso por el que la mano trasplantada se va integrando de nuevo en el cerebro.
Evolución de las conexiones tras el trasplante de la mano derecha.
El cerebro debe comunicarse físicamente con la nueva mano, explica Anto Bagic, y los nervios deben ir creciendo para restablecer las conexiones. "El nervio crece aproximadamente un milímetro por día", asegura el investigador. Mediante resonancia magnética funcional y magnetoencefalografía los investigadores han observado este proceso gradual de recuperación de estímulos entre el cerebro y el miembro trasplantado. "A medida que transcurren los meses", apunta Bagic, "el cerebro recupera las conexiones y el trasplante es más funcional".
La investigación también ha permitido medir una asimetría en la recuperación según el segmento amputado. El brazo trasplantado a la altura del codo tardó más tiempo en ser funcional que la mano, puesto que los nervios receptores tienen que crecer una distancia mayor para alcanzar la mano, según Bagic. "Un trasplante más corto", resume, "se hace funcional en menos tiempo".
Perdiendo el "miembro fantasma"A pesar de todo, la recuperación nunca es total. Cuando la fisioterapeuta pide a Chris Pollock que cierre los ojos y le toca la mano, éste sabe que le está tocando, pero no es capaz de decir aún con precisión en qué dedo está notando el estímulo. Si se le presiona la parte superior del pulgar, por ejemplo, puede que note que le están agarrando el dedo corazón. Aún así, es capaz de distinguir el frío del calor y de reconocer una superficie suave.
"Los dos primeros meses", explica la investigadora Nazareth Castellanos, que ha realizado buena parte de la aportación española al estudio, "el cerebro no se ha dado cuenta de que le han puesto una mano porque los nervios están empezando a regenerarse". A partir de ese momento el estímulo eléctrico empieza a llegar al cerebro en tanto que el camino se reconstruye.
Noticia publicada en La Información (España)