Hacia finales de 1897 Marie hab�a obtenido dos t�tulos universitarios y una beca, y hab�a publicado una importante monograf�a acerca de la imantaci�n del acero templado. Su pr�xima meta era el doctorado. Al buscar un proyecto de investigaci�n que le sirviera de tema para la tesis, se interes� vivamente por una reciente publicaci�n del sabio franc�s Antoine Henri Becquerel, quien hab�a descubierto que las sales de uranio emit�an espont�neamente, sin exposici�n a la luz, ciertos rayos de naturaleza desconocida. Un compuesto de uranio colocado sobre una placa fotogr�fica cubierta de papel negro, dejaba una impresi�n en la placa a trav�s del papel. Era la primera observaci�n del fen�meno al que Marie bautiz� despu�s con el nombre de radiactividad; pero la naturaleza de la radiaci�n y su origen segu�an siendo un misterio.

El descubrimiento de Becquerel fascinaba a los esposos Curie. Se preguntaban de d�nde proviene la energ�a que los compuestos de uranio radian constantemente. Se enfrentaban con un absorbente tema de investigaci�n, un salto al reino de lo desconocido.

Merced a la intervenci�n del director de la Escuela de F�sica donde ense�aba Pierre, Marie logr� permiso para utilizar un peque�o dep�sito que hab�a en el s�tano de la misma. La investigaci�n cient�fica en aquel cuartucho no era nada f�cil, y el ambiente, fatal para los sensitivos instrumentos de precisi�n, no lo fue menos para la salud de la investigadora.

Mientras se hallaba enfrascada en el estudio de los rayos de uranio, Marie descubri� que los compuestos formados por otro elemento, el torio, tambi�n emit�an espont�neamente rayos como los del uranio.

Por otra parte, en ambos casos la radiactividad era mucho m�s fuerte de lo que pod�a atribuirse l�gicamente a la cantidad de uranio y torio contenida en los productos examinados.

�De d�nde proven�a esta radiaci�n anormal? Solo hab�a una explicaci�n posible: los minerales estudiados deb�an contener, aunque en peque�a cantidad, una sustancia radiactiva much�simo m�s poderosa que el uranio y el torio. �Pero cu�l era esa sustancia? En sus experimentos, Marie hab�a examinado todos los elementos qu�micos conocidos. Por tanto, los minerales examinados deb�an contener una sustancia radiactiva que por fuerza ten�a que ser un elemento qu�mico hasta entonces desconocido.

Pierre Curie, que hab�a seguido con apasionado inter�s el r�pido progreso de los experimentos de" su esposa, resolvi� abandonar sus propios trabajos para dedicarse a ayudarla. Ambos buscaron entonces en el diminuto y h�medo laboratorio el elemento desconocido.