Desgraciadamente, los esposos Curie ten�an que luchar con otros problemas. El sueldo de Pierre en la Escuela de F�sica no era muy holgado, y con la llegada de Ir�ne hubo de emplear una ni�era, que aument� considerablemente sus gastos. Hab�a que buscar m�s recursos. En 1898 qued� libre en la Sorbona la c�tedra de qu�mica, y Pierre decidi� presentarse como candidato. Su candidatura fue, sin embargo, rechazada. Solo seis a�os despu�s, en 1904, cuando ya el mundo entero proclamaba la fama del hombre de ciencia, logr� Pierre Curie formar parte del claustro de profesores del renombrado centro. Marie logr� obtener empleo como profesora de un colegio de se�oritas cercano a Versalles.

Los esposos Curie continuaron su labor docente con buena voluntad y cari�o, sin amargura. Apremiados por sus dos ocupaciones, la ense�anza y la investigaci�n cient�fica, a menudo se olvidaban de comer y aun de dormir. En varias ocasiones Pierre tuvo que guardar cama con fuertes dolores en las piernas. Los nervios sosten�an a Marie en pie, pero sus amigos estaban seriamente alarmados por la palidez y delgadez de su rostro. Mientras la investigaci�n de la radiactividad progresaba, la pareja de sabios que le hab�a dado vida se iba agotando poco a poco.

Purificado en forma de cloruro, el radio aparec�a como un polvo blanco similar a la sal de mesa; pero sus cualidades eran extraordinarias. La intensidad de sus radiaciones sobrepasaron todo lo esperado, pues era dos millones de veces mayor que la del uranio. Los rayos que desped�a atravesaban las sustancias m�s duras y m�s opacas, y solo una gruesa plancha de plomo era capaz de resistir su penetraci�n destructora.

El �ltimo y m�s maravilloso milagro era que el radio pod�a convertirse en un aliado del hombre en su lucha contra el c�ncer. Ten�a pues, una utilidad pr�ctica, y su extracci�n hab�a dejado de tener un simple inter�s experimental. Iba a nacer la industria del radio.

En varios pa�ses se hab�an hecho ya planes para la explotaci�n de minerales radiactivos, principalmente en B�lgica y en los Estados Unidos. Sin embargo, los ingenieros s�lo podr�an producir el "fabuloso metal" si dominaban el secreto de las delicadas operaciones a que hab�a de someterse la materia prima. Cierta ma�ana de domingo, Pierre explic� a su esposa lo que ocurr�a. Acababa de leer una carta que le hab�an dirigido en demanda de informaci�n varios ingenieros de los Estados Unidos, que quer�an utilizar el radio en Norteam�rica.

- Tenemos dos caminos - le dijo Pierre -, o bien describir los resultados de nuestra investigaci�n, sin reserva alguna, incluyendo el proceso de la purificaci�n...

Marie hizo mec�nicamente un gesto de aprobaci�n y murmur�:

- S�, desde luego.

- O bien podr�amos considerarnos propietarios e "inventores" del radio, patentar la t�cnica del tratamiento de la pecblenda y asegurar- nos los derechos de la fabricaci�n del radio en todo el mundo.

Marie reflexion� unos segundos: -Es imposible- dijo luego -. Ser�a contrario al esp�ritu cient�fico.

Pierre sonri� con satisfacci�n. Marie continu�: -Los f�sicos siempre publican el resultado completo de sus investigaciones. Si nuestro descubrimiento tiene posibilidades comerciales, ser� una circunstancia de la cual no debemos sacar partido. Adem�s, el radio se va a emplear para combatir una enfermedad. Ser� imposible aprovecharnos de eso...

- Esta misma noche escribir� a los ingenieros norteamericanos para darles toda la informaci�n que nos piden.