Por Gonzalo Ugodos
Sin �l no tendr�amos corriente alterna, radares, televisi�n ni mando a distancia. El croata Nikola Tesla fue el inventor m�s importante �y desconocido� del cambio del siglo XIX al XX. El Gobierno de EEUU lo consider� una amenaza, un peligroso pacifista. Descubri� la telegraf�a sin hilos antes que Marconi, pero al italiano le dieron el Nobel. Hasta Edison le sabote� y humill�. Muri� pobre y rodeado de palomas en un hotel de Nueva York.
No fue Marconi quien invent� la radio; ni Edison o Westinghouse quienes inauguraron la era de los electrodom�sticos. Fue el serbocroata Nikola Tesla, pero �visionario, c�ndido y ut�pico� muri� pobre a los 86 a�os en el hotel New Yorker despu�s de haber sembrado el mundo de inventos que, desde la rob�tica a las comunicaciones inal�mbricas en red, han configurado nuestro tiempo. Hay mentes de un piso, de dos y de tres con tragaluz. Por ah� las ilumina el rayo de la singularidad que convierte a un hombre en genio. Tesla naci� con ese don y aunque fue el inventor del cambio del siglo XIX al XX, de la corriente alterna y sus aplicaciones m�ltiples, otros menos dotados (pero m�s cucos) le robaron la notoriedad. Fue el padre del futuro y cada vez que alguien, en cualquier lugar, maneja un mando a distancia deber�a acordarse de su sagrado nombre, aunque acab� enterrado en un olvido interesado. Ahora, como en un desquite global, recorre el mundo una corriente alterna de devoci�n hacia la figura de este perdedor exc�ntrico que patent� m�s de 700 inventos.
Cuando me aloj� en el New Yorker, en la Calle 44 con la Octava Avenida, pleno coraz�n de Nueva York, ya hab�a escuchado Teslas's Hotel Room, la canci�n de Handsome Family que lo evoca desolado en su �ltimo refugio. Luego comprob� que hay tres tipos de inquisitivos visitantes que regularmente peregrinan a ese hotel art d�co que se construy� en ı930 y ha pertenecido al reverendo Sun Myung, el l�der de la secta Moon: ingenieros electr�nicos y entusiastas de la tecnolog�a; uf�logos y otros fan�ticos de la antigravedad, los rayos de la muerte y las palomas telep�ticas; serbios y croatas. Lo que tienen en com�n es la admiraci�n por Tesla, que vivi� en las habitaciones 3327 y 3328 en los �ltimos ı0 a�os de su vida. Y all� muri� en ı943. Su vida ha inspirado una �pera, varios dramas, novelas m�ltiples, decenas de biograf�as y de pel�culas. A Joseph Kinney, archivero oficioso del hotel, lo contact� una mujer llamada Natasa Drakula (de los Drakula de toda la vida) que estaba interesada en rodar una pel�cula sobre los artistas que se han inspirado en Tesla. Si llega a hacerla ser� un largometraje muy largo porque en los �ltimos a�os una legi�n de artistas se ha mostrado fascinada por su excepcionalidad.
En la pel�cula Caf� y cigarrillos (2003) de Jim Jarmusch, uno de sus protagonistas, habitualmente taciturno, mira fijamente una bobina Tesla, transformador de alto voltaje que parece un objeto de la ciencia ficci�n de los a�os 50. Se entusiasma explicando que sin aquel profeta nuestro mundo "ni ser�a el mismo ni sonar�a igual: no tendr�amos radio, ni televisi�n, ni corriente alterna, ni motores de inducci�n, ni rayos X, ni luces fluorescentes". Paul Auster lo descubri� en El palacio de la Luna en ı989, y Douglas Rushkoff, que ha convertido a Tesla en personaje de su novela Ecstasy Club, dice: "Si eres de esa clase de artistas atentos a la tecnolog�a post-psicod�lica, tienes que venerar a Tesla". Y en pantalla grande el polifac�tico David Bowie lo encarn� en El truco final (2006), la pen�ltima pel�cula de Christopher Nolan, basada en una novela de Christopher Priest.
Hasta en videojuegos. En los a�os 90 el grupo musical Tesla no ocultaba su pasi�n por el inventor como prueban, adem�s de su nombre, los t�tulos de sus dos primeros �lbumes: Resonancias mec�nicas y La gran controversia de la radio. Referencias en videojuegos como Tomb Raider: Legend o Return to Castle, icono recurrente en c�mics e historias de ciencia ficci�n de H.G. Wells y H.P. Lovecraft...
Aunque serbio, naci� en Smiljan, un remoto pueblo de la Krajina croata. Su padre, Milutin, era un cl�rigo ortodoxo bibli�mano. Su madre, Djuka, no sab�a leer ni escribir, pero constru�a todo tipo de aparatos para ayudarse en las tareas dom�sticas: batidoras, aspiradoras, planchas y por ah� seguido. De casta le vino al galgo, porque el ni�o Niko Tesla a los 8 a�os construy� un motor impulsado por insectos y un molino de viento de palas lisas. A los ı2, vio un grabado de las cataratas del Ni�gara y pens� que era un despilfarro no sacar provecho de tanta energ�a: a una de sus t�as le dijo que ir�a a Am�rica a poner remedio a tanto derroche.
En el Gimnasio Real de Gospic, en la regi�n croata de Lika, calculaba de memoria logaritmos neperianos y sus teor�as matem�ticas causaron estupefacci�n entre sus maestros. Al terminar su carrera de ingeniero en Graz (Austria) estaba envenenado por los ocultos demonios de la electricidad, que ya hab�a sustituido al vapor. Edison hab�a construido la primera central el�ctrica en Nueva York, pero su corriente continua, de ıı0 voltios, era muy costosa por las enormes p�rdidas por disipaci�n en forma de calor. Tesla sab�a ya que la soluci�n era la corriente alterna, cuyo voltaje se podr�a elevar con un transformador antes de transportarse a largas distancias. Una vez en destino, se reducir�a la tensi�n para proveer energ�a a niveles seguros y econ�micos.
Publicado originalmente en El Mundo (Espa�a)