El sistema propone que se restrinja la circulación vehicular en horas pico de acuerdo a un digito de la placa de los automoteores, si una placa termina en impar/par el vehículo no podrá circular a ciertas horas.
Desde luego esta es una regulación que erosiona el derecho de propiedad y de la libertad personal, pues implica impedir el libre uso de propiedad privada y restringir la libertad personal sobre el derecho al libre tránsito sobre el territorio. Esta restricción también es una penalización arbitraria contra los propietarios de vehículos, maquillada y vendida como "bien común" y una descarada violación al principio de igualdad ante la ley.
¿Pero quién o quiénes son los culpables del desastroso tráfico vehicular?
Desde hace mucho tiempo calles y avenidas han sido administradas por los gobiernos de la ciudad o eran simplemente espacios públicos sin dueño, parte del necesario espacio para circular entre propiedades. Con el tiempo y gracias a distintas ideas colectivistas y positivistas, el espacio público vino a ser sinónimo de propiedad estatal/municipal y por tanto regulado por la burocracia estatal/municipal (en cambio la alcaldía es una institución que en cuyo origen era un gobierno limitado tenía funciones de tribunal de justicia). Pero los burócratas municipales o estatales son pésimos empresarios y planificadores y además esquilman el dinero ajeno para ejecutar sus funciones, y son, definitivamente, los culpables de los desastres viales que las ciudades del mundo padecen.
En el caso de Quito, la última vez que hubo una decente gestión de planificación urbana fue cuando Sixto Durán Ballén ejerció como alcalde de Quito (si me preguntan también fue el mejor mandatario del último periodo democrático) fue allí cuando se construyeron los túneles y se planearon anchas vías perimetrales y de descongestión. Pero la planificación urbana ha ido convirtiéndose en un acomodaticio sistema de soluciones parche y calamitosos sistemas de transporte público como la Ecovía o el Metrobus, o económicamente inviables como el Trolebus (hasta el día de hoy subsidiado). ¿El resultado? basta que caiga un tunel para sumir a la ciudad en un caos.
Empecemos diciendo que todo el país padece de un injusto sistema de subsidios que generan pobreza y grupos de privilegiados, pues todos pagamos impuestos pero sólo los propietarios de vehículos obtienen subsidios al diesel y la gasolina, paradójicamente los pobres subsidian la gasolina de la clase media y alta. Esto obviamente contribuye a que manejar un automovil sea artificialmente barato y esto incentive a usarlo hasta para ir a comprar refrescos en la tienda a medio día. Es un incentivo perverso que lo pagamos todos con impuestos para disfrute de un sector privilegiado.
En segundo lugar, el Estado mantiene un ruinoso sistema regulatorio del transporte público en donde las tarifas son fijadas por el Estado y la creación de compañías de transporte y operación de vehículos está normada por una burocracia estatal, la misma que en connivencia con gremios del transporte operan más como mafias. Burocracias y gremios mantienen un status quo destructivo que garantiza el desbarajuste en nuestras calles. Esto necesita más explicación y aquí va. Cuando existe una fijación de precios, además de perjudicar a los emprendedores, ésta limita la innovación en la provisión de bienes y servicios, por lo que los productores que han quedado en el negocio no tienen incentivo para mejorar el servicio, por el contrario ofrecen el peor servicio posible o el mínimo exigido debido a que no hay sentido mejorar el servicio si el beneficio no puede crecer en la misma medida, la reflexión es "¿para qué atiendo mejor a los pasajeros si igual me pagan el mismo precio que si lo hiciera mal?", las propietarios de autobuses terminan contratando a cualquier gañán malhumorado para conducir un vehículo de 10 toneladas y con hasta 50 almas a bordo. Como resultado obtenemos un sistema de transporte donde no existen mejoras, donde el pasajero no es bien tratado, donde los accidentes son el pan diario, donde prima el abuso y la falta de cortesía y donde nadie se siente a gusto y preferiría tener su propio auto a padecer estas vejaciones. Así, por efectos de una normativa rígida que resulta en un mal servicio de transporte público, obtenemos artificialmente más autos en donde nos encerramos para evitar los atropellos diarios de los "abuseros" y los apretujones en los sistemas municipales de transporte.
Otro tanto sucede con la administración misma de calles y avenidas, se vive corrigiendo los problemas con medidas parche sin ensayar nuevas soluciones o al menos dotar de mejores vías a la ciudad. En Quito, un costoso pero necesario puente debió realizarse hace años entre Monjas y El Dorado para evitar llegar al Trébol en el caso de los autos que llegan del valle hacia el norte y viceversa, eso pensaba yo hace 15 años cuando adolescente, hoy los hechos me dan la razón. Hoy en día se necesitan túneles deben atravezar el parque metropolitano para comunicar la Av. 6 de Diciembre con la Simón Bolívar, vías transversales más amplias que conecten las largas vías de la ciudad y túneles que conecten el sur de Quito con el Valle de Los Chillos, esperemos no pasen otros 15 años para que lleguen los funcionarios a estas conclusiones.