Según un estudio realizado por la profesora española de Derecho Romano Carmen Lázaro, de la Universidad Jaume I (UJI) de Castellón (este de España), las mujeres romanas conseguían burlar las normas jurídicas que las excluían de las actividades relacionadas con la banca.
Para ello, y según Lázaro, utilizaban "préstamos de pequeñas cantidades de dinero realizados por y entre mujeres y garantizados con contratos en los que se entregaban en garantía objetos personales de poco valor".
El estudio reconoce la existencia de ese sistema de microcréditos a través de diferentes fuentes, fundamentalmente epigráficas, como las inscripciones encontradas en la Casa de Granio Romano, en Pompeya.
Estas recogen negocios jurídicos como el realizado por la prestamista Faustilla, "quien concede préstamos a otras mujeres con intereses al 6,25 por ciento, quedándose como garantía de devolución en concepto de aval, pendientes o un abrigo".
La investigadora señaló que estos préstamos conseguían realizarse de forma legal y evitar la necesidad de ser autorizados por el tutor, "al ser el dinero un bien fungible y por tanto no sometido a formalidad para que su transmisión proporcionara efectos jurídicos".
ELLAS TAMBIÉN ESTABAN AL FRENTE DE CIERTOS NEGOCIOS
Los estudios hechos por Carmen Lázaro recogen otras evidencias de negocios de préstamos entre mujeres como las encontradas en las tablillas pompeyanas de Murécine o en algunas fuentes literarias.
"A pesar de la prohibición de participar en actividades de banca y cambio, ellas eran sujeto activo y pasivo de obligaciones vinculadas a préstamos pecuniarios y que operaban en el ámbito de la banca y el crédito", apuntó.
También participaron en el campo de los negocios en la Antigua Roma. "Hubo mujeres dedicadas al mundo del comercio y de la empresa, y dirigían manufacturas de textil, calzado y hostelería".
Noticia publicada en Portafolio (Colombia)