Cuando en 1955 un oscuro e inexperto asistente de laboratorio de la Universidad de Nagoya comenz� a estudiar qu� hac�a brillar los restos de un molusco si se los humedec�a, nadie imagin� que las investigaciones de Osamu Shimomuya, ese muchacho cuya educaci�n se hab�a interrumpido por la tragedia de la bomba at�mica, conducir�an a una verdadera revoluci�n cient�fica.
Shimomura, que siete a�os m�s tarde, estudiando la medusa Aequorea victoria, descubr�a una prote�na que brilla espont�neamente con un color verde fluorescente, Martin Chalfie, que descubri� c�mo utilizarla para visualizar los infinitesimales engranajes de la vida, y Roger Tsien, que dise�� nuevas variantes de la GFP que brillan en distintos colores, comparten este a�o el Premio Nobel de Qu�micapor desarrollar una herramienta que permite observar los miles de procesos qu�micos que mueven la maquinaria celular.
"Cuando los cient�ficos obtienen m�todos que los ayudan a ver cosas que eran invisibles -afirma la Academia de Ciencias Sueca en su anuncio-, la investigaci�n da un gran paso. Por ejemplo, cuando en el siglo XVII Anton van Leeuwenhoek invent� el microscopio , surgi� un nuevo mundo. De repente, los cient�ficos pudieron ver bacterias, espermatozoides y c�lulas sangu�neas. Cosas que ni siquiera sospechaban que exist�an. El Nobel de Qu�mica de este a�o premia un efecto similar."
"La cantidad de descubrimientos que se hicieron a partir de esta prote�na es incalculable -explica Mario Erm�cora, investigador principal del Conicet y profesor titular de Bioqu�mica de la Universidad Nacional de Quilmes-. Forma parte del arsenal de reactivos de biolog�a molecular y celular de todos los laboratorios del mundo, se usa en anticuerpos, en c�lulas aisladas, en organismos completos, para estudiar el movimiento de organelas en las c�lulas o c�mo se secretan prote�nas. Las aplicaciones son absolutamente innumerables. Pero, adem�s, tiene una propiedad incre�blemente bella, que es la de emitir luz. Es una reacci�n bioqu�mica muy hermosa, muy caracter�stica y muy rara."
La estrella de la bioqu�mica Un a�o despu�s de que le encomendaran la tarea de descubrir por qu� brillaban los restos h�medos de la Cypridina , Shimomura tuvo en sus manos una prote�na que brillaba 37.000 veces m�s que los restos pulverizados del molusco.
Ese trabajo realizado en Jap�n le vali� un inesperado t�tulo de doctor y un contrato de la Universidad de Princeton, donde -junto con Frank Johnson- seis a�os m�s tarde aislar�a de la Aequoria victoria ( una medusa que flota en las aguas oc�anicas que ba�an las costas occidentales de Am�rica del Norte) una prote�na que a la luz del sol es verdosa, bajo la luz de una lamparita el�ctrica es amarillenta, y bajo la luz ultravioleta, verde fluorescente. Hoy se la conoce como green fluorescent protein o GFP.
Durante los siguientes 26 a�os, esa cadena de 238 amino�cidos que se pliegan siguiendo la forma de una lata de cerveza y dentro de cuya estructura se encuentra el grupo qu�mico que absorbe la luz ultravioleta fue poco m�s que una curiosidad del mundo natural.
Pero en 1988 Chalfie se enter� de sus extra�as propiedades y pens� que podr�a utilizarse como una se�al para estudiar las prote�nas del gusano Caenohhabditis elegans , un modelo cl�sico de la biolog�a.
Trabajando con colaboradores, encontr� la forma de aislar y clonar el gen que posee las instrucciones para sintetizar la GFP.
A mediados de los a�os noventa, Tsien cartografi� el grupo qu�mico que absorbe y emite luz, y luego lo modific� para que lo hiciera con luz de otras longitudes de onda. As�, hoy los investigadores disponen de nuevas variantes de la prote�na que brillan en diferentes colores.
"Uniendo el gen de la GFP al que dirige la s�ntesis de otra prote�na, uno puede �etiquetar� cualquier prote�na que quiera estudiar -dice Erm�cora-. Como Kary Mullis con la PCR (un proceso que permite hacer copias del ADN), [Shimomura, Chalfie y Tsien] nos dieron una herramienta de aplicaci�n universal."
Actualmente, Shimomura -que ayer recibi� la c�lebre llamada desde Estocolmo, a las cinco de la ma�ana- es investigador del Laboratorio de Biolog�a Marina de Woods Hole, Massachusetts. Chalfie, nativo de Chicago, trabaja en la Universidad de Columbia y dijo que no se hab�a enterado del premio hasta que se le ocurri� mirar en Internet... �y encontr� su nombre! Tsien, nacido en Nueva York, es investigador de la Universidad de California, en San Diego.
Cada uno de ellos recibir� un tercio del premio de 1.400.000 d�lares que otorga el Instituto Karolinska.
Publicado originalmente en El Universal (M�xico)