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Aunque las pr�tesis rob�ticas pueden sustituir manos amputadas, estas a�n no proporcionan el cerebro informaci�n sensorial esencial para controlar movimiento fino. Sin la informaci�n de la presi�n de la yema de los dedos, por ejemplo, un amputado con una mano rob�tica podr�a romper una copa de vino o dejarla caer por exceso o insuficiente presi�n.

Una posible soluci�n es que los sensores en los dedos rob�ticos se conecten direectamente con los nervios del mu�n, pero esto plantea algunos problemas t�cnicos. As� que en lugar de ello Henrik Ehrsson, un neurocient�fico cognitivo en el Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, decidi� probar un truco conocido como la "ilusi�n de la mano de goma" que podr�a ofrecer una alternativa m�s sencilla.

La ilusi�n surge en nuestro cerebro al intentar conciliar la informaci�n de los diferentes sentidos. Si se coloca una mano de caucho en frente de un voluntario y se lo frota con un pincel, al mismo tiempo, mientras se cepilla una de sus manos, escondida, se siente como si las sensaciones procedentes del caucho pertenecieran a la mano. El voluntario tambi�n experimenta la extra�a sensaci�n de que la mano de goma es parte de su propio cuerpo.

Ehrsson reclut� a 18 amputados a los que frot� sus mu�ones ocultos, alrededor de dos minutos, al mismo tiempo que frotaba una mano de aspecto real. Como la mano de caucho y la real normalmente debe ser frotadas en el mismo lugar, no est� claro si esto ser�a suficiente para inducir la ilusi�n. Si bien la ilusi�n era m�s d�bil en los amputados que en las personas con las manos intactas, las pruebas destinadas a medir el grado en que las personas caen en la ilusi�n de acariciar a alguien en su mo��n a�n funciona, sobre todo en aquellos que hab�an perdido sus manos la m�s reciente.