Erasmus Darwin, abuelo paterno del c�lebre naturalista, fue un notable m�dico que sent�a pasi�n por todo ser viviente, la poes�a y los inventos. Fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad Lunar, un grupo de cient�ficos (generadores de conocimiento) e industriales (adaptadores de conocimiento) que discut�a sobre la tecnolog�a y sus aplicaciones. Formaban parte de dicho club muchos vecinos ilustrados de los condados centrales de Inglaterra, en torno a la ciudad de Birmingham. Pese a que la Ilustraci�n inglesa no tuvo el brillo de la francesa o la profundidad de la escocesa, fue un eje vital y pr�ctico para unir la Revoluci�n Cient�fica con la Industrial, algo posterior.
Erasmus escribi� al final del XVIII un trabajo cient�fico, denominado Zoonom�a, que anticipaba la teor�a lamarkista de la evoluci�n biol�gica (que luego se revelar�a falsa) y en la que mostraba su idea de que toda vida org�nica proviene de un solo y mismo filamento viviente. El Sr. Darwin estaba familiarizado con el pensamiento evolucionista gracias a su amistad con el juez y ling�ista James Burnett, lord Monboddo, ilustrado escoc�s conocido por ser el fundador de la moderna ling��stica comparada y tambi�n por sus an�lisis de la evoluci�n ling��stica y el cambio adaptativo de la capacidad de los humanos para el lenguaje (ten�a Burnett, adem�s, una extra�a obsesi�n con la relaci�n entre el hombre y los primates).
Mantuvo el abuelo de Darwin una prolongada amistad con Benjamin Franklin; ambos apoyaron las revoluciones americana y francesa, visitaron Edimburgo (la Atenas del Norte), mantuvieron fruct�feras correspondencias con numerosos eruditos y se opusieron al inmoral comercio de esclavos.
Otro miembro de la Ilustraci�n escocesa con el que tambi�n trab� estrecha amistad el abuelo Darwin fue James Hutton, padre de la geolog�a moderna, el primero en sugerir �junto con John Playfair� que la configuraci�n de la Tierra obedec�a a movimientos lentos de fuerzas tect�nicas. El ge�logo ingl�s del siglo XIX Charles Lyell, influyente amigo de Charles Darwin, refin� dicha teor�a con numerosas observaciones, plasmadas en su obra Principios de Geolog�a, obra de cabecera de este �ltimo durante su traves�a a bordo del Beagle. Por cierto, Hutton fue amigo �ntimo de David Hume y de Adam Smith, cuyas obras sobre la naturaleza y los sentimientos humanos conoc�an sobradamente los Darwin, Erasmus y Charles.
A diferencia de sus colegas franceses, los iluministas escoceses e ingleses no buscaron crear con sus teor�as y observaciones un mundo nuevo (creacionismo social), sino �nicamente descubrir y entender el existente. Sin mostrar una confianza desmedida en la raz�n, llegaron a conclusiones sorprendentes, tales como que los humanos son criaturas din�micas o que muchas de las costumbres e instituciones sociales que hab�an hecho progresar al hombre surgieron de forma espont�nea, fruto de la acci�n humana, no de designio intencional alguno. La misma mente, siendo un producto del cerebro, no era causa de la evoluci�n, sino m�s bien su efecto.
El hombre es un ser intencional, pero las evoluciones biol�gica y cultural carecen de prop�sito o direcci�n. Aunque sean muy diferentes entre s�, ambas son naturales. La teor�a de la evoluci�n biol�gica fue concebida por el nieto de Erasmus, pero como por aquel entonces no se conoc�an las leyes de la gen�tica hubo de ser completada m�s adelante; por cierto, sigue plenamente vigente. En cuanto a la teor�a de la evoluci�n cultural, se asemeja �seg�n Hayek� curiosamente al lamarkismo, y la dedujo el extenso c�rculo de amigos del abuelo Erasmus mucho antes que el nieto Charles.
Erasmus escribi� al final de su vida un largo poema sobre la evoluci�n, conocido como "El Templo de la Naturaleza"; publicado p�stumamente, en 1803, en un principio llevaba por t�tulo "El origen de la sociedad". Charles no lo tuvo tan dif�cil.
publicado originalmente en Libertad Digital (Espa�a)