Si fuera posible pulsar el bot�n de parada en la pel�cula de la evoluci�n de las especies, rebobinar el proceso y reproducirlo de nuevo, �volver�a a surgir el Homo Sapiens? Esta pregunta ha alimentado durante d�cadas una animada discusi�n entre los cient�ficos partidarios del azar como principio que gobierna la evoluci�n, y aquellos que defienden una secuencia casi determinista, donde la selecci�n natural elige el mejor camino en cada encrucijada evolutiva.
Un experimento sin precedentes, que ha vigilado estrechamente la evoluci�n de una dinast�a de bacterias durante 20 a�os, descubre datos reveladores que tal vez no cierren la discusi�n, pero s� aportan al debate un caso real sin parang�n hasta hoy.
En 1988, el microbi�logo de la Universidad de Michigan (EEUU) Richard Lenski aisl� una sola bacteria de Escherichia coli, un microbio de la flora intestinal que se emplea como herramienta biotecnol�gica en todos los laboratorios del mundo. El cient�fico clon� 12 colonias a partir de esa �nica c�lula y las mantuvo reproduci�ndose durante dos d�cadas, congelando muestras a intervalos regulares como fotos fijas del proceso. En total, las 44.000 generaciones de bacterias que se han sucedido desde entonces equivaldr�an, en t�rminos humanos, a m�s de 10.000 a�os de evoluci�n de la especie.
Devoradores de citrato
El estudio, que se publica hoy en PNAS, menciona que la larga dinast�a bacteriana sufri� miles de millones de mutaciones �cambios en los genes� durante su historia, pero se centra en la aparici�n de un �nico rasgo, la capacidad de las bacterias para alimentarse de un nutriente que, en las condiciones del laboratorio, la especie original es incapaz de aprovechar: el citrato, un compuesto similar al �cido del lim�n.
Despu�s de unas 31.500 generaciones, una de las 12 colonias comenz� a alimentarse de citrato. Una vez que la evoluci�n hab�a hecho su trabajo, el objetivo de Lenski era saber c�mo y cu�ndo se hab�a producido ese cambio, y qu� posibilidades hab�a de que se repitiera del mismo modo en otras colonias, lo que inclinar�a la balanza hacia el azar o el determinismo.
Rastreando su registro f�sil y descongelando algunas muestras para devolverlas a la vida, Lenski descubri� que la aparici�n de comedores de citrato era mucho m�s frecuente despu�s de las primeras 20.000 generaciones. El patr�n indicaba que esta habilidad surg�a en dos pasos, que reflejaban dos mutaciones sucesivas pero, probablemente, independientes una de otra.
La interpretaci�n de Lenski es que ninguno de los dos cambios por separado convert�a a las bacterias en devoradoras de citrato, pero la primera mutaci�n era un paso previo necesario para que una segunda dotara a los microbios de esta capacidad. El cient�fico resume as� su conclusi�n: �Es una demostraci�n directa y emp�rica de la contingencia en la evoluci�n�.
Para que, como defiende Lenski, se pueda razonar que la evoluci�n es una deriva azarosa, deber� antes demostrar que la primera mutaci�n no confiere ninguna ventaja para el �xito de la bacteria ni propensi�n al segundo cambio; de este modo, dice Lenski, probar�a que �ste es independiente y aleatorio.
Publicado originalmente en P�blico (Espa�a)