Los expertos le llaman �efecto placebo� al fen�meno por el cual una sustancia inerte (digamos, una p�ldora de az�car) parece tener propiedades curativas cuando se administra como si fuese un medicamento.
Pero no tiene por qu� ser una p�ldora, puede ser tambi�n una inyecci�n de suero salino o una cirug�a en la que no se extirpa nada.
�Por qu� algo que no tiene principio activo puede tener un efecto tan convincente? Nuevas investigaciones en torno a este intrigante fen�meno parecen minimizar cualquier simplificaci�n y se encaminan a demostrar c�mo una mejor comprensi�n de la neurobiolog�a y la psicolog�a del �efecto placebo� podr�a tener profundas implicaciones en la pr�ctica m�dica.
�Existe un tipo de personalidad m�s proclive al efecto placebo? (las compa��as farmac�uticas llevan a�os tratando de entender el �efecto placebo�, el cual les dificulta demostrar por qu� f�rmacos, cuyo desarrollo ha costado millones de d�lares, a veces no son mejores que una p�ldora de az�car para tratar un problema de salud).
Mecanismos de acci�n
Hace unas semanas, la Revista de Neurosciencia public� un estudio cient�fico que vincula la actividad de un gen, el TPH2, con una mayor probabilidad de que se presente el efecto placebo en el tratamiento de la disfunci�n psicol�gica conocida como �fobia social�, que identifica el p�nico irrefrenable que sienten algunas personas a hablar en p�blico.
�En este caso podemos decir que el efecto placebo es claro y significativo; es decir, para las personas con ese gen, una p�ldora de az�car es suficiente para tranquilizar su fobia�, asegura un experto.
�Hay que recordar que no existe s�lo un efecto placebo, sino muchos�, dice Fabrizio Benedetti, de la Universidad de Tur�n, una autoridad mundial en esta materia.
�El placebo protot�pico es la pastilla de az�car sin ning�n principio activo, que se utiliza en los ensayos cl�nicos para comparar la eficacia de un f�rmaco. Pero hay otros placebos; por ejemplo, cuando alguien va al m�dico y despu�s de hablar con �l se siente mejor, o cuando recibe un diagn�stico negativo y el paciente comienza a sentirse peor.
El efecto placebo parece estar especialmente relacionado con nfermedades asociadas a los circuitos cerebrales vinculados al dolor, a los problemas mentales, a los procesos inflamatorios y a las patolog�as del sistema inmune, como la artritis y las alergias.
�Si se trata de dolor, encontramos a muchos pacientes que responden al placebo; pero si se trata de un c�ncer, el efecto placebo es pr�ct icamente nulo�, se�ala Benedetti.
�Y a medio camino est�n condiciones como las inflamaciones del intestino, en las que el 40 por ciento de las personas a las que se les suministra un placebo declaran sentir mejor�a.
�Pensamos en el placebo como un efecto puramente psicol�gico, pero las nuevas investigaciones muestran que, en realidad, el placebo utiliza los mismos canales neurol�gicos que los f�rmacos a los que imita, y que realmente desata una serie de efectos bioqu�micos que son no s�lo demostrables, sino que se pueden medir, como es el caso de la liberaci�n de endorfinas, neurotransmisores que calman el dolor�.
En 2004, el profesor Benedetti demostr� que el placebo propicia la liberaci�n de dopamina en enfermos con Parkinson. Los pacientes del estudio respond�an igual a una soluci�n salina que al f�rmaco con el que eran tratados contra la enfermedad.
�Se ha podido demostrar que tanto el f�rmaco como el placebo evocan actividades similares en el cerebro, implican las mismas estructuras y desencadenan la liberaci�n de los mismos neurotransmisores.
�Esto nos indica el porqu� de la mejor�a que experimentan los pacientes. En este caso, la explicaci�n de que la persona sienta menor dolor despu�s de tomar el placebo se debe a que su cerebro est� produciendo endorfinas y tiene realmente menor percepci�n del dolor�, dice Benedetti.
Sugesti�n y ensayos cl�nicos
La gran paradoja del efecto placebo es que aun cuando tomemos un medicamento que realmente funciona, necesitamos estar conscientes de que lo estamos tomando para que sea realmente efectivo.
En otras palabras, si no somos conscientes de que estamos tomando un f�rmaco, �ste no tiene el mismo efecto. Es decir, el efecto del medicamento se produce en cierta medida porque esperamos que funcione, de modo que si la misma dosis se aplica a personas que por una determinada raz�n no tienen la misma expectativa de curaci�n, el efecto no es igual. O sea que la creencia de que �va a funcionar�, forma parte del proceso de curaci�n.
Una de las principales aplicaciones del placebo es su utilizaci�n controlada en ensayos cl�nicos. Los participantes se dividen en dos grupos, a uno de ellos se le da el f�rmaco cuya eficacia se pretende evaluar, y al otro, una p�ldora sin principio activo. Si se constata que la mejor�a ha sido mayor en el grupo que recibi� el principio activo, se habr� demostrado la eficacia del f�rmaco.
Para evitar los posibles efectos de la sugesti�n, la investigaci�n se sujeta a lo que se conoce como �estudio doble ciego�. Un procedimiento al azar en el que ni los pacientes que participan en el experimento ni los investigadores que intervienen saben qu� toma cada uno de los participantes en el estudio.
Sin embargo, se ha demostrado que incluso utilizando este m�todo, en teor�a seguro, algunos f�rmacos que no son efectivos pueden dar mejores resultados que el placebo. Y a la inversa, hay casos de medicinas de efectividad demostrada que no han superado al placebo.
�Nunca podemos estar completamente seguros del efecto de un f�rmaco, ya que el simple acto de administrarlo activa una compleja cascada de sucesos bioqu�micos en el cerebro�, dice Benedetti.
�Sabemos a ciencia cierta que el placebo puede oscurecer los resultados de sustancias que han demostrado previamente ser efectivas. Cualquier medicamento que est� en proceso de ser validado puede interferir con los mecanismos del placebo llev�ndonos a una interpretaci�n err�nea", explica Benedetti.
Por eso �l y otros colegas proponen la utilizaci�n de experimentos alternativos, en los que el paciente adem�s de desconocer si est� recibiendo un placebo o un f�rmaco, desconoce cu�ndo se produce esta administraci�n, o incluso que se elimine todo aquello que lleve al paciente a creer que est� tomando una cosa cuando en realidad se le administra la contraria, para as� poder estudiar mejor los efectos contradictorios del placebo.
�Una alternativa ser�a, por ejemplo, dar dos pastillas al paciente, una verde y otra amarilla, sin decirle cu�l es cu�l, y pedirle que tome la que prefiera, siempre que no sean las dos a la vez. Despu�s podr�amos estudiar, no lo que el paciente nos dice, sino su comportamiento, ver qu� pastilla toma m�s como indicio de su efectividad. La cuesti�n de fondo en estos tratamientos alternativos es la �tica, ya que probablemente no van a ser aceptados por los organismos reguladores�, explica Benedetti